Por Jennifer Woollands, Profesora y Licenciada en Historia
En la actualidad, la velocidad de los acontecimientos, pareciera tapar una serie de temáticas que con los años poco o nada cambiaron su percepción en la sociedad. Uno de los ejes más preocupantes en ese sentido es el cáncer. Sea en el mundo, en América Latina o la República Argentina, decir esa palabra ya es sinónimo de muerte, oscuridad o tristeza, sin pensar en la presencia de otras alternativas. Dicho tema forma parte de una tesis de maestría en Historia de la Universidad Nacional de Mar del Plata que se inserta en el grupo de investigacion H.I.S.A dirigido por Daniel Reynoso y Adriana Álvarez.
El proyecto se originó en parte por una preocupación sustancial de los tiempos actuales: el nivel de crecimiento de los casos de cáncer. Si bien muchos de ellos diagnosticados en su fase temprana son curables, no se modifica lo que la sociedad piensa de la enfermedad. En diversas conversaciones comunes, la sola mención de la dolencia genera temor, incomodidad, vergüenza, recurriendo en múltiples oportunidades al eufemismo para citarla. Pero, ¿a nivel histórico qué representa la neoplasia? ¿Desde un punto de vista científico en qué momento ocurrió el punto de inflexión para dedicarse a encontrar su cura?
Existen registros antiguos acerca de este problema de salud, pero fue ingresando en tiempos de la modernidad/contemporaneidad que adoptó su entidad actual: desde la medicina con sus prácticas experimentales, que lentamente fueron descubriendo aspectos notables en los cuerpos de personas fallecidas por esa causa, hasta las creencias individuales y colectivas que la llevaron hacia donde se encuentra hoy. Uno de los grandes avances sucedió en 1895 cuando Wilhem Röntgen descubrió los rayos X. Había esperanzas para una enfermedad que parecía imbatible para los propios médicos. Indudablemente, el matrimonio francés de Pierre y Marie Curie se sumaron a los intentos de erradicar al cáncer a través de sus investigaciones, con el radio.
Pero, a lo largo del siglo XX, estos desarrollos y la quimioterapia no pudieron terminar con los miedos que la enfermedad causaba, además de gran preocupación. En Argentina, el doctor Ángel Honorio Roffo, reconocido oncólogo, encabezó una lucha que con los años prosiguió no solamente con las investigaciones científicas, sino mediante el Estado. Desde los años 80´ hasta los 2010´ se afianzaron en el mundo todo tipo de instituciones orientadas a la lucha contra el cáncer de forma más decidida. En nuestro país, el Instituto Nacional del Cáncer nació bajo el calor de las proyecciones que se daban en Europa, Estados Unidos y América Latina. Ayer como hoy el cáncer es motivo de una fuerte preocupación social y de un miedo que no acabó de ser resuelto.