En Trama Educativa Radio entrevistamos a Estefanía Di Meglio, doctora en Letras y docente de la UNMdP, sobre la relación que hay entre la literatura, la censura y las formas de resistencia, tanto en el contexto de la última dictadura cívico-militar y eclesiástica en Argentina como en la actualidad.
Di Meglio, cuyo tema principal de investigación se centra en los testimonios sobre violencia sexual contra mujeres en centros clandestinos de detención durante la dictadura, amplió su trabajo para explorar la censura literaria durante esa época. El punto de partida para su análisis fue la controversia en torno a la novela Cometierra de Dolores Reyes, así como otras obras como La Virgen Cabeza de Gabriela Cabezón Cámara y Las aventuras de la China Iron.
En este sentido, Di Meglio comentó: “A raíz de eso me pregunté cómo funciona la censura en diferentes momentos y los diferentes tipos de censura. Y a la vez, qué efectos provoca”. Además, agregó: “Una de las preguntas centrales es si las formas de resistencia ante esa censura, como por ejemplo la lectura colectiva y pública de Cometierra, tiene sentido”.
En cuanto a un proceso de censura y ataque contra determinados libros y tipos de literatura, más allá de la prohibición, surge el interrogante sobre el impacto si esas medidas tienden a tener un efecto positivo o negativo en la difusión y recepción de esa literatura en particular. En esta línea, la doctora en Letras argumenta: “Esas formas de opresión extremas lo que hacen es producir precisamente formas de resistencia. Como decía Borges irónicamente: ‘Las dictaduras tienen el beneficio de favorecer la metáfora y la literatura’”.
Durante el periodo dictatorial de nuestro país, la literatura era perseguida y censurada, los escritores, autores y periodistas, se encontraban dentro del grupo de los peligrosos. En este sentido, el campo cultural era censurado por lo que los escritores buscaron la forma de sortear esa censura. Di Meglio explicó que una de las formas de poder esquivar la censura “fueron las revistas culturales, los talleres y las diferentes formas de sociabilidad”.
En este sentido, destacó el papel fundamental de las librerías y los bares como espacios de discusión y resistencia, donde se hablaba de literatura y, a través de ella, de política. “Entonces la literatura muchas veces es una excusa o es pretexto, o simplemente la cuestión principal es que hablando de literatura se está hablando de política”, agregó.
Otro espacio que fue esencial durante la dictadura fue lo que María Moreno, escritora argentina, llama la Universidad Laica de los Bares, lugar de reunión para los escritos. Di Meglio subrayó que es en ese momento donde comienzan a surgir las revistas, con la particularidad que los artículos que se publicaban, no tenían firma. “Los artículos no estaban firmados, por ejemplo, porque era una cuestión de protección colectiva. No lo firmamos, no lo firma nadie y a la vez son de todos”, destacó.
En cuanto a las revistas que surgieron en esa época, se mencionan ejemplos como Punto de Vista, que traducía textos de crítica literaria para eludir la censura. Asimismo, durante ese período, todo aquello que no se podía enseñar en la universidad, se dictaba en lo que se conoció como la Universidad de las Catacumbas o Universidades Subterráneas, donde las clases se realizaban en espacios privados.

Al respecto, Estefanía hizo énfasis en que “siempre se habló de que el espacio público fuera el de la política mientras que el privado se vio despolitizado”. Lo cual se considera una imagen errónea del momento ya que eran los espacios privados aquellos politizados, mientras los espacios públicos eran despolitizados. Además, destacó que “los hogares también pueden funcionar como espacios de transmisión, de conocimiento, de conservación de libros, de esos libros que no se pueden leer porque están prohibidos, porque están censurados o que incluso no se podían publicar en Argentina”.
Para finalizar, Di Meglio leyó un extracto de Primeras Luces de Carlos Battilana, donde habla de cómo los talleres literarios a los que asistía cuando era adolescente eran para él la luz que iluminaba dentro de esa larga noche que fue la dictadura. Estefanía explicó: “Lo que él dice es que no solo circulaba literatura, no sólo circulaban autores y autoras que no circulaban en la escuela o en la universidad misma, sino que también otra forma de pensar con el lenguaje, con las palabras”.
Extracto de Primeras Luces: “La lengua de uso se volvía verdaderamente punitiva. La lengua que se escuchaba durante el día era aséptica, casta y marcial. Algo comenzó a agrietarse y a estremecerse cada vez que mi cuerpo subía al colectivo 182 y se dirigía a ese pequeño sitio llamado Taller”.
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