El agotador regreso a la ciudad, el rechazo, el olvido y el orgullo de haber fundado el Centro de Ex Soldados Combatientes de Mar del Plata, con tan solo 19 años. Fernando Álvarez nos cuenta el pasado y el presente de la Guerra de Malvinas.
Tras el fin de la guerra, la llegada de los soldados al país estuvo lejos de ser heroica. En lugar de reconocimiento, muchos excombatientes se encontraron con una sociedad indiferente o incluso hostil. Fernando Álvarez, quien fue herido en combate y repatriado en el buque Almirante Irízar, recuerda cómo al llegar a Buenos Aires el trato fue deshumanizante. “No teníamos boleto para el tren, y el guarda lo único que le importó fue que no habíamos pagado el pasaje, a pesar de que veníamos recién de la guerra”, relató Álvarez sobre uno de sus primeros encuentros con la indiferencia de la sociedad
Al llegar al Hospital Militar de Campo de Mayo, los excombatientes fueron obligados a firmar documentos que les prohibían hablar sobre lo vivido en Malvinas, ni con la prensa ni con sus familias. Fernando comentó: “No querían que habláramos de las carencias que habíamos pasado, ni de lo mal que la habíamos vivido. Todavía no sabían qué iba a pasar en el país, y nosotros estábamos bajo el mando militar. Era todo silencio”. Esta política de silencio marcó los primeros años de vida civil de muchos excombatientes para luego darle paso al Centros de Ex Soldados Combatientes de MDP.
El impacto psicológico y la creación del Centro de Ex Soldados Combatientes
El regreso no solo trajo el rechazo social, sino también la falta de apoyo psicológico. Durante muchos años, los veteranos no tuvieron acceso a profesionales capacitados para tratar el estrés postraumático que habían desarrollado en el campo de batalla. Álvarez reflexionó sobre la ausencia de especialistas en ese momento: “No había profesionales preparados para entender una psicosis de guerra como el estrés postraumático. Nos tuvimos que juntar entre nosotros para poder hablar y desahogarnos, porque nadie más podía comprender lo que habíamos vivido”.
En 1984, apenas dos años después del final de la guerra, Fernando Álvarez y otros excombatientes de Mar del Plata se reunieron para formar el Centro de Ex Soldados Combatientes de Malvinas, uno de los primeros del país. “Éramos un grupo de chicos de 20 y 21 años que no sabíamos muy bien para qué nos juntábamos, pero había una necesidad. Algo nos había pasado, algo que nos había cambiado de un día para el otro”, comentó sobre los primeros pasos de la institución. Lo que comenzó como un espacio de contención mutua, creció hasta convertirse en un referente nacional en la defensa de los derechos de los excombatientes y en la promoción de su bienestar.
El Centro, que ha sobrevivido durante casi cuatro décadas, también ha logrado mantenerse al margen de las divisiones políticas, algo que Fernando considera clave para su éxito: “Siempre fuimos apartidarios, y eso nos permitió crecer y ser la única institución que sigue funcionando de esta manera. Otras se han dejado llevar por la política partidaria y han fracasado. Nuestro compromiso es con los veteranos y con la sociedad, no con ningún partido”.
Uno de los aspectos más destacados del Centro de Excombatientes de Mar del Plata es su enfoque en el trabajo social. Además de ofrecer apoyo a los veteranos, la institución realiza una importante labor comunitaria. “Hemos hecho una obra muy importante a nivel social, más allá de la Casa Malvinas. Trabajamos para la comunidad en su conjunto, no solo para los veteranos”, explicó Fernando. En este sentido, el Centro ha logrado convertirse en un punto de referencia para muchos excombatientes que se mudan a Mar del Plata buscando un entorno de apoyo más organizado.
Una de las iniciativas más significativas del Centro es la organización de charlas en escuelas y universidades. Álvarez destaca la importancia de educar a las nuevas generaciones sobre lo ocurrido en Malvinas y sobre el costo humano de la guerra. “Hoy los chicos tienen más atrevimiento para preguntar, para saber. Antes era un tema tabú, pero ahora se han abierto más al diálogo”, comenta, subrayando el cambio generacional en la actitud hacia la historia reciente.
Las cicatrices que no sanan
A pesar del tiempo que ha pasado y la ayuda mutua que se genera entre los soldados, las secuelas emocionales de la guerra siguen presentes. Álvarez mencionó: “En Mar del Plata hemos perdido compañeros que, después de muchos años, no pudieron seguir adelante. Asimismo, el número de fallecidos que hubo durante la guerra fue superado. Esto habla de la magnitud de las heridas que los excombatientes cargan a pesar de los años que ya pasaron”.
Asimismo enfatizó que la contención familiar es clave para evitar estas tragedias, pero reconoce que no todos los veteranos cuentan con ese apoyo en casa. El trabajo del Centro y la contención que ahí dentro se brinda es y seguirá siendo fundamental para ofrecer un espacio de apoyo emocional que muchos no encuentran en otros ámbitos.
Una sociedad que madura: el cambio en la percepción de los excombatientes
A lo largo de los años, Fernando Álvarez ha sido testigo de un cambio en la forma en que la sociedad percibe a los excombatientes de Malvinas. En los primeros años tras el conflicto, los veteranos eran vistos como “los loquitos de la guerra”, un estigma que los marginaba aún más. Sin embargo, hoy en día el panorama es diferente. “Los primeros años no podíamos hablar, no nos escuchaban. Hoy, las nuevas generaciones se interesan más en lo que tenemos para contar”, comentó Fernando.
Este cambio de actitud se vio fortalecido por la labor educativa que el Centro de Excombatientes lleva adelante en instituciones, desde jardín de infantes hasta universidades. Fernando señaló: “Las preguntas que hacen los chicos ahora son más profundas, no tienen miedo de preguntar sobre lo que ocurrió y quieren entender cómo fue realmente estar en esa guerra”.
Este interés también se vio reflejado en el aumento del reconocimiento hacia los veteranos por parte de las instituciones oficiales y la sociedad en general. Álvarez destacó: “Hemos notado un antes y un después del 40° aniversario de Malvinas. Hoy la sociedad nos reconoce de una manera que no había ocurrido antes. Incluso algo tan simple como una canción que nos menciona con respeto, es un reflejo de ese cambio”.