Por Rubén Alfredo Gómez

Los Sistemas de Educación Superior en Latinoamérica y dentro de éste, en especial las Universidades, no han sufrido desde su creación y hasta la actualidad, grandes cambios en sus funciones constitutivas (educación, investigación y extensión) las que se han perpetuado a lo largo del tiempo. Su ethos se ha mantenido constante desde su fundación hasta ahora. El “modelo argentino de universidad” contiene características críticas que pueden ser divididas en dos grandes grupos, según lo planteado por R. Vega (1996, pág 120): aquellas que se relacionan con su aspecto morfológico, que hace a sus estructuras, y las que se vinculan con su fisiología, que describen su funcionamiento.

En cuanto a su morfología, la universidad argentina se ha estructurado desde sus orígenes y hasta hoy, sobre el modelo napoleónico de facultades, tendiente a la formación de profesionales aptos para la solución de problemáticas específicas. Esta duración temporal da cuenta de una estabilidad y de una continuidad filosófica desde su constitución. Sin embargo, estas cualidades no se ven reflejadas en sus aspectos fisiológicos, los que se han visto modificados particularmente a partir de la Reforma de 1918.

A mediados del siglo pasado, con la aparición del Estado de Bienestar, las Universidades se han visto impactadas por uno de sus cambios fundamentales: la transformación de una educación de élite a una educación de masas. Con la irrupción de las ideologías provenientes del Consenso de Washington, el cual instauró la globalización a nivel económico y social y el advenimiento de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) también han transformado a las Universidades en otros aspectos.

La idea central de la presente reflexión es el crecimiento sustancial de estudiantes al que se han debido adaptar las instituciones. Esta expansión matricular ha provocado reacciones en las organizaciones; en sus aspectos organizacionales; en los de su estructura; en la configuración de su gobierno; en el comportamiento de los distintos actores que la integran y en aquellos que conforman los stakeholders (grupos de interés) tanto internos como externos. Las universidades se han tenido que amoldar a estas nuevas circunstancias hasta el punto en que, en algunos casos, se han replanteado las propias funciones misionales y sus relaciones con el entorno.

La literatura sobre la investigación en Educación Superior en las últimas décadas, tal como lo expresa Burton Clark, se centraron en los siguientes ejes: la transición de una educación de élite a una de masas, la relación de las instituciones con los gobiernos de turno, y la integración y diferenciación de los sistemas de educación superior, producto del crecimiento y de la complejidad de las instituciones.

Nuestro punto de partida es la principal tendencia que se registró durante el siglo anterior: la expansión de la población estudiantil, especialmente a partir de 1960 / 1970 donde comienza un segundo ciclo de masificación (A. Chiroleu y otros, 2016, pág. 54) que repercutió fuertemente en la estructura de las organizaciones, en el gobierno y gobernanza de las universidades y fue motivo de la conversión de un Estado financiador en un Estado evaluador.

Son varios los factores a considerar que tuvieron como efecto la expansión matricular en Latinoamérica y en especial en Argentina: la explosión demográfica, los gobiernos de tinte progresista que incentivaron la investigación, la necesidad de profesionales para atender las necesidades de las comunidades, etc. Philip Altbach (1993, pág. 43) expone como una razón de la expansión, entre otras, “la demanda ejercida por sectores cada vez mayores de la población” (sectores medios), pero sin dudas, uno de los más influyentes fue la fragmentación disciplinar de las Universidades, derivada del conocimiento cada vez más específico que generó un aumento considerable en la oferta académica. Pedro Krotsch y Claudio Suasnábar (1980) cuando citan a Burton Clark “reafirman la importancia de las miradas disciplinarias” que dan forma a la estructura organizacional y a su desarrollo particular. Si bien esta organización del conocimiento en asignaturas no siempre es acompañada por la demanda estudiantil, tiene su impacto en la organización de la institución y en su política tanto interior como partidista, al ver a las Universidades como un territorio fértil para su proliferación ideológica.

En palabras de Metzger (1987) citado por Burton Clark, define este desarrollo como “crecimiento sustantivo” proveniente de cuatro factores: primero, el parto de asignaturas (producto del surgimiento de nuevos campos del conocimiento); segundo, la afiliación de programas; tercero, la dignificación de asignaturas, producto de reconversión de campos de conocimiento y por último, la dispersión de las asignaturas, que implica que un determinado campo de conocimiento se extienda. Este crecimiento disciplinar acompañó la tendencia histórica en la Argentina de la expansión matricular.

Lejos de intentar responder a los interrogantes surgidos, concebimos la necesidad de una nueva reforma universitaria, en el mismo sentido que lo expresan A. Chiroleu y otros (2016, pág 58) “basada en la concepción de una Universidad como derecho”, bajo un enfoque integral, integrado e integrador.

Integral en el sentido que oriente sus funciones constitutivas al desarrollo socio-económico, cultural y artístico, respetando la diversidad identitaria, con formación de profesionales y científicos con pensamiento crítico y con compromiso social.

Integrado en el sentido de vinculación con las problemáticas sociales y articulación con otras instituciones de educación superior, para afrontar, los desafíos “glonacales”, en palabras de C. Suasnábar (2021, pág. 1) que nos impone un contexto cada vez más incierto.

Integrador, en el sentido que respete e incluya la palabra de todos los actores, internos y externos, con una visión democrática y participativa, incorporando una administración eficaz y eficiente de sus recursos.

La gestión universitaria ofrece posibilidades muy interesantes en la medida que sea ejercida por profesionales del tema, ya que la universidad debe afrontar desafíos de tal magnitud que implican hasta repensarse a sí misma: entendemos que, por un lado debe descartar definitivamente una visión endogámica y verse como parte de una comunidad que requiere de ella acciones para su desarrollo; y por otra parte, debe dejar de ser una “arena” de disputas políticas partidarias y sectoriales y llegar a consensos para moldear la institución y la comunidad.

En definitiva, ser protagonista principal de la construcción del país que queremos.

Referencias bibliográficas:
-Altbach, P. (2001). Educación superior comparada. El conocimiento, la universidad y el desarrollo. Universidad de Palermo.
-Becher, T. (1993). Las disciplinas y la identidad de los académicos. Revista Pensamiento Universitario año 1 N°1 noviembre 1993. Buenos Aires.
-Chiroleu, A. y otros. (2016). El derecho a la Universidad en perspectiva regional CLACSO – IEC Conadu – Buenos Aires – Argentina.
-Clark, B. (1991). El sistema de Educación Superior. Una visión comparativa de la organización académica. Editorial Nueva Imagen/Universidad Autónoma Metropolitana–Azcapotzalco. México.
-Clark, B. (1998). Crecimiento sustantivo y organización innovadora: Nuevas categorías para la investigación en Educación Superior. Revista Perfiles Educativos.CESU-UNAM. México.
-Krotsch, P. y Suasnábar, C. (2002). Los estudios sobre la Educación Superior: una reflexión en torno de la existencia y posibilidades de construcción de un campo. Revista Pensamiento Universitario. Año 10 N° 10.Octubre 2002.
-Miguez E. (2018). Crítica (y reivindicación) de la Universidad Pública. list lEditorial Siglo XXI – Buenos Aires – Argentina.
-Múnera Ruiz, L. (2011). La Reforma de Córdoba y el gobierno de las universidades públicas en América Latina .Revista Ciencia Política N.º 12. Julio-diciembre 2011.
-Suasnábar, C. (2001). Resistencia, cambio y adaptación en las universidades argentinas: problemas conceptuales y tendencias emergentes en el gobierno y la gestión académica. Revista Brasileira de Educação N.°17 Maio/Jun/Jul/Ago 2001.
-Suasnábar, C. (2021). La universidad argentina entre los desafíos “glonacales” de la post pandemia y la larga ausencia de una agenda de política y actores promotores. Acerca de la oportunidad y viabilidad de una nueva Ley de Educación Superior.
-Vallaeys, F. (2007). Responsabilidad Social Universitaria. Propuesta para una definición madura y eficiente. Col. Tecnológico, Monterrey, N.L. México. 2007.
-Vega, R. (1996). La Universidad argentina: una institución en crisis? Faces N°2 Revista de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Universidad Nacional de Mar del Plata.


El presente artículo refleja la opinión personal de su autor y no corresponde necesariamente a la línea editorial de Trama Educativa.

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