Prof. Tamara Sandra Culleton
Proyecto Educativo Antártida en el Aula

Hace unos días atrás el Gobernador Axel Kicillof comparó la superficie de la Provincia de Buenos Aires con la de Tierra del Fuego incorporando a la Antártida. Entendemos que con sus dichos se refiere al sector sobre el que Argentina reclama soberanía, comprendido entre el Paralelo 60° Sur y el Polo Sur y los meridianos 25° y 74° latitud Oeste. Esta frase esconde cierta “verdad”, ya que si se incorpora la totalidad del territorio que su nombre indica la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur posee una superficie de 1.002.445 km² contra los 307.571 km²de la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, sus dichos además de críticas desataron una serie de debates en torno a si es correcto o no incorporar al Sector Antártico Argentino al territorio nacional. En la catarata de publicaciones en diferentes medios de comunicación y en las redes sociales, se pudo apreciar cierto desconocimiento respecto a la vasta trayectoria de Argentina en Antártida. Incluso llama la atención el importante número de opiniones tildando de insignificante la presencia de nuestro país en latitudes que esconden,tras sus hielos milenarios,uno de los últimos rincones del planeta con valiosos recursos económicos aún sin explotar.

Pocos argentinos saben que nuestro país fue la primera nación en ocupar de manera ininterrumpida territorio antártico desde el 22 de febrero de 1904, cuando toma posesión del Observatorio Meteorológico en Isla Laurie (Islas Orcadas del Sur). Este hecho junto con la participación de nuestro país en el exitoso rescate de la expedición sueca de Otto Nordenskjöld (1901-1903) y la puesta en marcha en 1904 de la Compañía Argentina de Pesca, primera empresa moderna dedicada a la explotación ballenera en el Atlántico Sur, son los pilares sobre los que se sostienen 116 años de presencia argentina en el continente antártico. Esta historia está escrita por hombres y mujeres que, desde entonces, sostuvieron con su accionar las pretensiones soberanas del país en esas latitudes australes. Durante las décadas de 1940 y 1950, se consolidó en Argentina una fuerte política antártica, que incluso promovió la incorporación de esos espacios a los imaginarios territoriales de los argentinos. Esta defensa de pretensiones soberanas fue tan contundente, que incluso desató enfrentamientos armados en pos de defender sus derechos sobre estas zonas frente al avance de las potencias de la época en la región.

En el año 1946 se estableció por Decreto Nacional N° 8.944 que todos los mapas de la República Argentina debían incorporar al Sector Antártico Argentino. Luego de varias décadas de representación marginal en la cartografía oficial argentina, en el año 2010 se sancionó la Ley Nacional N° 26.651 que estableció la obligatoriedad del uso del mapa bicontinental. Más allá de la representación del territorio nacional, la relación entre Antártida y nuestra provincia más austral tiene su propia trayectoria histórica.Desde 1948 a través del Decreto N° 9.905 se estableció la dependencia política y administrativa del Sector Antártico Argentino del Gobernador Marítimo del Territorio Nacional de Tierra del Fuego. Incluso posteriormente a la firma del Tratado Antártico (1959-1961v) esos territorios continuaron bajo la esfera del gobierno provincial fueguino. Actualmente el Sector Antártico Argentino es uno de los cinco Departamentos de la provincia, es un territorio donde hay presencia institucional y de autoridades provinciales. Solo para citar algunos ejemplos, podemos mencionar que en el Sector Antártico Argentino funciona la Escuela Provincial N° 38 “Presidente Raúl Ricardo Alfonsín” instalada desde 1978 en Base Esperanza. Es un territorio contemplado en el padrón electoral provincial y además el RENAPER, el sistema sanitario y el turismo son controlados también desde Tierra del Fuego.

Esta historia de Argentina en Antártida coexiste con el Sistema del Tratado Antártico, que es el marco legislativo internacional que regula las actividades que se llevan a cabo en el Sexto Continente. Este Tratado firmado del 1 de diciembre de 1959, se consolidó en plena Guerra Fría en el marco de las tensiones generadas frente al avance de las potencias hacia el Polo Sur. Es fruto de la experiencia de cooperación internacional llevada a cabo durante el Año Geofísico Internacional (1957-1958), que consolidó el que hoy es el lema de Antártida, un continente dedicado a “la ciencia y la paz”. Sin embargo, este acuerdo internacional contempla en el Artículo IV los reclamos de soberanía, no solo reconociéndolos sino también resguardándolos. Cabe destacar que Argentina ha sido parte de todo el proceso de debate y de acuerdos que llevaron a la firma del Tratado Antártico. Hoy nuestro país es una de las 29 Partes consultivas y sede desde el año 2003 de la Secretaría del Tratado Antártico. El rol de nuestro país en las actividades antárticas, pese a que existen ciertos aspectos que podrían ser mejorados, es innegable.

Entonces ¿por qué en Argentina se generan tantas opiniones dispares cuando se habla de Antártida? Esta pregunta tiene varias posibles respuestas, una que nos interesa destacar es que a día de hoy en Argentina no existe una política educativa antártica sostenida en el tiempo. Aún no hemos logrado una presencia de estas temáticas en las aulas en ninguno de los niveles de nuestro sistema educativo. Es una especie de círculo vicioso del que no podemos escapar, no hay docentes formados en estos temas, no hay materiales disponibles para abordar en el aula y no se incorporan a los programas de estudio. Enmendar esta ausencia de la Antártida en los imaginarios territoriales argentinos requiere transitar varios caminos a la vez. Consideramos que la educación es una pieza clave en el medio de este entramado, por lo tanto, las aulas el primer espacio donde se debe discutir por un lado el rol de nuestro país en Antártida y por otro pensar en el valor que tiene para la humanidad. Sin lugar a dudas es un continente que aún ofrece mucho para continuar explorando.

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«El presente artículo refleja la opinión personal de su autora y no corresponde necesariamente a la línea editorial de Trama Educativa»

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