Por Miriam Germán*
Ayudar en las tareas escolares es un trabajo extra para los padres de niños y adolescentes que cursan su escolaridad. Es necesario conocer cómo ayudar, y contar con muchísima paciencia para poder acompañar la resolución de actividades. En especial cuando suponemos que algo es fácil de hacer, somos exigentes con el otro.
Este es el caso, por ejemplo, en el proceso de escritura. Suponemos que si una palabra es corta, deberá ser fácil de escribir. El “me”, de varias frases que usamos en forma recurrente, suele quedar unido de manera incorrecta, en un “megusta”. La madre o padre que ayuda, absorta al ver que vuelve a aparecer, luego de que tres minutos antes se le indicó como escribir la famosa frase.
El “prestá atención”, “si sabe!… se hace el tonto”, parece llenar el ambiente de tensión. He escuchado esas sentencias repetidas veces y sé que las seguiré escuchando. Es agobiante para quienes sufren la dificultad, volviendo una y otra vez al punto cero de una acción que no logra automatizar algunos procesos. A la vez la familia pasa de la sensación de comprensión a la de hastío, de actitudes compasivas a castigadoras en pocos minutos.
Ambas partes se encuentran atravesadas por la angustia y la frustración. Los padres y madres se hallan en medio entre su hijo y una escuela, que parecen muchas veces, los extremos de un largo camino. Rostros que palidecen y se enfrentan en un segundo al del llanto y en otro segundo frente al de la ira.
Estas situaciones se repiten diariamente, en cada tarea para el hogar. Hoy pandemia, nos obliga con tiempo extra, a pasar por esos momentos. Adaptaciones escolares que quedan desdibujadas, auxilios de pares que desaparecieron y el contacto con el docente, por medios no ensayados que también hay que entender. La crisis llega con más furor y pone en peligro la pulsión por aprender.
Es necesario más allá de la empatía con cada parte del rompecabeza, lograr la calma, acompañar las pequeñas cosas que si logramos, saber que podremos reconstruir el camino. Darnos tiempo sin dejar de hacer. Poco pero bueno, dice el dicho. Cumplir “como puedo”, a pesar de que parezca estar lejos de alcanzar lo que me proponen. Pero por sobre todo, es necesario aprender entre nosotros, a preguntar desde todas las partes y a escucharnos.Es verdad que es otra la manera de oírnos, pero el esfuerzo vale la pena. A veces el silencio dice muchas cosas que no estamos escuchando debidamente. Valorar todo aún lo mínimo, es “estar con”, hoy más necesario que nunca.
*Licenciada en Psicopedagogía (MP: 1094)
El presente artículo refleja la opinión personal de su autora y no corresponde necesariamente a la línea editorial de Trama Educativa