Por Nora Thames
(Inspirada en una imagen de Florencia Durante)
Juana quedó frente a la pintura de la muchacha en la playa por varios minutos, hasta que logró atravesar el marco y se dirigió a la silla, donde tomó asiento, pero ya no tenía su anorak, ni sus guantes, por el contrario tenía puesto su traje de baño, un diario sobre su falda y sus pies descalzos, cuando entonces giró y vió que Vicky tomaba un refresco.
Toby se encontraba a su lado, era una escena apacible muy de esos días de verano, pero de todos modos tardó un poco en habituarse, le llamó la atención que hubiera muy poca gente pero distante, observó la confitería del Club de pescadores a lo lejos, recordó lo rico que se comía allí, también miró hacia el mar, tan azul, pensó: que bien le viene a los veleros este mar de hoy, así, tan calmo; advirtió la botella de gaseosa en la canasta y tuvo el deseo de beber, pero no se lo podía transmitir a Vicky, era como si tuviera la lengua adormecida, quería hablar pero no podía.
Chasqueó los dedos para llamar a Toby, su fiel compañero, pero el perro no la oía, muy por el contrario se husmeaba a sí mismo sin otra preocupación, no sentía calor agobiante por lo que le resultó de una placidez absoluta estar allí en su silla nada más que contemplando la situación.
De pronto pensó en decirle a su hija que guarde el diario que segundos antes tenía en su regazo en la canasta, pero sin saber cómo, el periódico ya se encontraba dentro de ella.
Entonces decidió quedarse allí, disfrutando de ese bello momento, hasta que sin saber de qué modo comenzó a flotar en el aire despojándose lentamente de la silla, hasta quedar como sobrevolando la playa, asíalcanzó una nube hasta quedar sentada en ella, se sentía bien y le dio pazver que Vicky estaba apacible y tranquila acompañada por su mascota. Y decidió subir aún más esbozando:
– Cada vez que me necesites no dudes que aquí voy a estar por siempre en cualquier circunstancia, no tienes más que pensarme. Hasta otro momento mi querida.