Por Marcela Esperón
Docente
Lic. en Psicología
Especialista en Ciencias Sociales
Ig:@marcelaesperon

      Ilustración:
Delfina Lucia Rey
Docente y Artista Plástica
Ig: @delfina.lucia.rey

“El hermoso consuelo de encontrar el mundo en un alma,
deabrazar a mi especie en una criatura amiga.”
F. Hölderlin

Juguemos a que el celu se esconde por un rato y que logramos disminuir la ansiedad. Juguemos a que los alumnos no se sienten “atrapados” por la tecnología. Juguemos a que podemos jugar uno junto a otro. La proximidad, la atención, la tranquilidad son cuestiones valiosas a sostener en la vida en general y en la vida escolar en particular.

Escena 1
Los alumnos de secundaria miran una película; la misma les interesa y formulan preguntas. Más allá del interés, algunos de ellos utilizan el celular. Se les pide que lo guarden. Un alumno reflexiona: “¿Viste profe cómo nos atrapa?”

Escena 2
Los alumnos comentan que algunos compañeros apuestan online.  Se charla sobre el tema.

Escena 3
Alumno le pregunta a la docente si mirar mucha pornografía le hace mal. La docente brinda una explicación con respecto a las adicciones.

En las tres escenas son los alumnos quienes manifiestan incomodidad y preocupación por la relación que establecen con los celulares. Los adolescentes tienen registro de la relación particular que tienen con ese aparato por momentos maravilloso que nos conecta, nos entretiene, nos permite aprender, jugar y escuchar música. Pero en  otros momentos nos produce una dependencia, un no poder sustraerse a un aparato que guía nuestras acciones. Por lo general, es muy complicado para un adolescente autorregularse y determinar cuándo y dónde utilizar el celu; no están preparados para eso: son adolescentes.

Queda del lado de los adultos planear las estrategias necesarias para que la alienación al aparato no suceda. Algunos adultos creen que se utiliza el celular para calmar la ansiedad. Se trata de una cuestión ilusoria; en un primer momento, puede aparecer cierta calma, pero reaparece la ansiedad y se intenta “calmarla” utilizando cada vez más tiempo la tecnología para superar la nueva ansiedad que adviene.   Surgen posiciones antagónicas entre los que quieren prohibir su uso y los que se horrorizan con la palabra prohibir. Ni unos ni otros  tienen certeza sobre el tema; casi nadie la tiene.

Los adultos también estamos “sujetados”, en mayor o menor medida, por los celulares. Dependiendo del grado de sujeción-y de la capacidad y creatividad con que cada uno de nosotros enfrente y resuelva las pequeñas cosas cotidianas (almuerzo en familia, capacidad de dialogar y compartir)- podrá guiar mejor o con mayor dificultad la relación de sus hijos con la tecnología.

Escena 4
Los alumnos discuten sobre el uso de celulares en las aulas.  Una alumna dice: “Si no usáramos carpetas e hiciéramos todo en la compu, prestaríamos más atención y no usaríamos el celular”. Un compañero le responde: “Tengo un amigo que va a un colegio en el que todos usan sus compus y, muchas veces, están jugando, haciendo “otra cosa” o usando el celular.”

Esta escena es interesante al igual que las anteriores porque destacan el registro que tienen los adolescentes de que la tecnología les presenta un problema. Y los adultos: padres, docentes, directivos, tenemos que poder reflexionar institucionalmente y familiarmente sobre lo que a ellos se le presenta como obstáculo. Por el momento no existen respuestas unívocas pero, si la escuela establece alguna normativa al respecto, los docentes deberíamos ser garantes de que la misma se cumpliera. Si hay algún acuerdo, es importante hacerlo respetar hasta que logremos alguno mejor. Que algo del orden de la norma se respete, se cumpla, brinda un efecto de seguridad a los alumnos y alumnas. Si cada docente aplica su propio criterio, es bastante probable que, ese alumno o alumna se sienta como desorientado. Poner normas reflexionadas en comunidad y respetarlas ofrece a niños y adolescentes un cierto orden de seguridad.

En muchas escuelas de diferentes países se van probando distintas formas de pensar y trabajar el tema. Allí tampoco  hay un pensamiento unívoco. Sobre lo que si hay conocimientos científicos generales es sobre los efectos que produce el excesivo uso de pantallas en niños y adolescentes. No tenemos que olvidar que la utilización de las mismas está facilitada, en primer término, por las familias. Niños y niñas muy pequeños son expuestos a las pantallas a edades muy tempranas y, casi nadie desconoce que está desaconsejado por los pediatras. En las escuelas primarias y secundarias muchas veces los padres o las madres les envían mensajes escritos o audios a sus hijos durante la hora de clase. Nos podemos preguntar si ellos desconocen que los chicos se distraen y que no es necesario ningún mensaje durante las horas de clase.

Mientras pensamos qué hacer con el uso de los celulares en la escuela, Mark Zuckerberg está planteado que, en una fecha no muy lejana, los celulares van a desaparecer y serán reemplazados por unos anteojos que tendrán varias pantallas…

Por el momento: “Juguemos en el bosque, mientras el celu está.” (Pequeña variante del título de esta columna)

Un comentario en «Juguemos en el bosque, mientras el celu no está»

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