Por Tadeo Varenna

(Estudiante de Lic. en Ciencias Polìticas – UNMDP)

Desde finales del mes pasado el hombre más rico del mundo, Elon Musk, no ha dejado de aparecer en redes sociales y noticieros de todo el mundo. Y es que con la compra de la plataforma de microblogging Twitter una de las redes sociales más populares desde hace ya más de una década, por nada más ni nada menos que 44.000 millones de dólares, la mirada pública se ha puesto sobre éste escenario por la consecuencias que ha producido éste evento.

El excéntrico magnate sudafricano es propietario y director de una larga lista de empresas de diversas áreas las cuales parecen no tener una relación particular más allá de su aparente capacidad nata para los negocios como Tesla, SpaceX, OpenIA y la recién adquirida Twitter Inc. por solo hacer mención de algunas. Y es que alejado del clásico relato meritocrático del emprendimiento, la familia Musk ha sido adinerada desde antes del nacimiento de Elon, así, la meritocracia se puede definir de manera  general  como  la  idea de que se recibirá una compensación proporcional a nuestros méritos, mientras la conducta se mantenga dentro  de  los  límites  de  la  estructura  jurídica  y  de lo  socialmente  aceptado  (Bell  1977;  Young  1962). Las minas de esmeraldas en Zambia y la gran fortuna familiar siempre acompañaron la fortuna del entonces pequeño Elon al cual, según ha comentado, le sirvió para poder enfocarse en sus proyectos e intereses personales. Este  principio  de  asignación  serviría  para  legitimar  la jerarquía de estatus presente en las democracias industriales  modernas,  fomentando  la  idea  de  ser sociedades que respetan y promueven la justicia social, en contraste con las dominancias coercitivas o heredadas de las élites en las sociedades tradicionales previas (Warikoo y Fuhr 2014). No es el objetivo de este espacio despreciar la clara capacidad en el ámbito científico y tecnológico, sin embargo como empresario e inversionista ha demostrado no ser tan disruptivo como en otros campos. En las últimas dos semanas la compra de la red social estuvo envuelta en otros problemas con idas y vueltas que terminaron por involucrar a la Securities and Exchange Commission (SEC) el regulador bursátil estadounidense frente a descontentos entre ambas partes. Finalmente, ante la efectuación de la compra, Elon Musk inició en el cargo con el despido del director ejecutivo Parag Agrawal y el director financiero Ned Segal, no obstante, en los últimos días desde el mando central se notificó a más empleado de menor rango como ingenieros, moderadores y administradores, que también quedaban desvinculados de la empresa siendo del total de 7500 empleados la mitad despedidos. Y como si fuera poco, para engrandecer la demoníaca imagen que venía cobrando el nuevo dueño de la empresa, Twitter anunció por e-mail al resto de sus trabajadores que finaliza definitivamente la posibilidad de llevar a cabo las tareas laborales por home office y por lo tanto todos los empleados y empleadas debían reportarse a trabajar en las oficinas correspondientes.

Frente a este “pequeño paquete” de acciones tomado en tan solo unos pocos días, las quejas no se han hecho esperar y tanto usuarios como ex-empleados han puesto el grito en el cielo y mensajes en el ciberespacio. Asimismo, las medidas se han vuelto cada vez más radicales como la proyección de insultos contra Musk en las afueras de la oficina central de Twitter.

Sin embargo, es necesario preguntarnos qué involucra toda esta gran situación en una sociedad de consumo como la que hoy vemos. Primordialmente está claro que las políticas que parece estar consolidando la nueva administración van en detrimento de las condiciones dadas a trabajadores y trabajadores anteriormente y la acentuación en la búsqueda de productividad y ganancia económica de la empresa. De ningúna manera estamos hablando de explotación laboral en este aspecto, y menos considerando el gran equipo de abogados con el que cuenta Elon Musk, sin embargo es un hecho que las condiciones de trabajo previas buscaban dar un espacio que permita a los trabajadores de Twitter salir del modelo clásico de trabajo de oficina y puedan ordenar su vida por fuera de un cubículo y la nueva gerencia se está encargando que sea cosa del pasado. De hecho otras empresas con esta nueva fórmula del trabajo permite este mismo sistema tales como Google, Disney o Riot Games, pero es que la empresa Meta Platforms, Inc. ha copiado lo peor del nuevo sistema que propone Musk y también ha decidido despedir a gran parte del personal para “equilibrar finanzas”.

Otra de las medidas que causó gran revuelo fue la mención que hizo el nuevo dueño de Twitter sobre la cuenta del ex presidente Donald Trump, y es que este fue suspendido indefinidamente de la red social en Enero del año pasado por sus discursos de odio al igual que otros usuarios famosos como el escritor Jordan Peterson, la humorista Kathy Griffin y el medio conservador de parodia The Babylon Bee por situaciones similares. Con esto último es importante comprender la significancia que tienen las redes sociales como medios de comunicación masivos en los cuales el combate contra los discursos de odio se critican bajo la “libertad de expresión”, y es que la nueva administración de Twitter está sometiendo estas prácticas a reconsideración. Como sostiene Lucrecia Escudero Chauvel “No hay democracia de masas sin comunicación de masas […] La comunicación política, una práctica social y simultáneamente un campo de estudios sobre la regulación de la sociedad, está estrechamente ligada a la modernización del espacio público y al rol de los medios en la construcción de una nueva arena social donde lo político se vuelve espectáculo y puesta en escena.” (Chauvel, 2018, pp. 192). La implementación de estas nuevas consideraciones hacia personajes de alta impronta política y la reciente medida de cobrar 8 dólares por la verificación de una cuenta de Twitter han recibido críticas muy fuertes, por un lado ante la política de ingresos de la compañía y segundo por la flexibilidad que se da en la publicación la cual podría dar en un futuro publicaciones similares. Además, es importante destacar la enorme capacidad mediática que la red social ocupa tal como explica Eva Campos Domínguez (2017) “Los estudios que se centran en el uso de esta red social por parte de los emisores representan una parte importante de la producción científica sobre comunicación política. Este medio permite que las élites políticas hagan campaña, los periodistas construyan narrativas y el público comparta sus opiniones sobre los candidatos, temas y procesos.” Las acciones ahora determinarían la capacidad futura de maniobras en el ámbito electoral de sectores derechistas los cuales han demostrado en los últimos años una gran maniobrabilidad y movilización digital de parte de la comunidad en línea.

Parece ser que la utilización del hashtag RIPTWITTER no parece alterar la estructura central de las medidas de la nueva administración. La migración de usuarios a la red social “Mastodon”, la cual sumó aproximadamente un millón de cuentas la última semana, demuestra un descontento sin presentes en la red social. Viendo como avanza la situación de la red social y el nuevo director de la empresa, el patrimonio de Elon Musk se ha derrumbado en USD 100.000 millones desde enero, aunque sigue figurando como la persona más rica del mundo, está claro que la reciente adquisición parece sumar otra piedra en lo que es el camino del mediático empresario. Es necesario prestar atención si la decisión tomada por Musk a finales de Octubre fue una mala jugada o los planes que proyecta ven a más largo plazo. De lo que no queda ninguna duda es que por el momento, y probablemente se trate de un caso más donde, la acumulación de capital prevalezca en la lista de intereses por sobre los intereses de la comunidad de usuarios y trabajadores.

Bibliografía:

  • Bell, D. 1977. Las contradicciones culturales del capitalismo. México: Alianza.
  • Campos Domínguez, Eva (2017). “Twitter y la comunicación política”. El profesional de la información, v. 26, n. 5, pp. 785-793.
  • Castillo, J.C. 2012. «Is inequality becoming just? Changes in public opinion about economic inequality in Chile». Bulletin of Latin American Research 31(1):1-18.
  • Castillo, J. C., A. Torres, J. Atria y L. Maldonado. 2019. “Meritocracia y desigualdad económica: Percepciones, preferencias e implicancias”.  Revista Internacional de Sociología 77(1):e117.
  • Escudero Chauvel, L. y García Rubio, C. (2007): Democracias de opinión. Medios y comunicación política, Buenos Aires, La Crujía.
  • Warikoo, N.K. y C. Fuhr. 2014. «Legitimating status: perceptions of meritocracy and inequality among undergraduates at an elite British university». British Educational Research Journal 40(4):699-717.

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