Por Emilia Pozzoni

En 1938, Bartolomé J. Ronco -abogado que dedicó gran parte de su vida a la cultura y las letras nacionales- escribió una carta de lector en el diario azulino El ciudadano agradeciéndole a Alberto Piazza su idea de crear un mazo de cartas con temática argentina. Su nota de opinión, titulada “Los naipes Martín Fierro”, publicada el 21 de febrero, demuestra su postura patriótica incluso en dinámicas vinculadas al ámbito lúdico. Ronco era reconocido, tanto en su Azul natal como en la región bonaerense, por su amplia colección literaria dedicada a muchos clásicos, pero principalmente, a la obra de José Hernández. En esta eterna búsqueda por ampliar su biblioteca, halló el juego de naipes desarrollado por Piazza, al cual catalogó como “el alma de los criollos”.

Las cartas diseñadas por Piazza -quien, cabe destacar, era hijo de inmigrantes- recuperaban las formas tradicionales de la baraja española y las intervenía con símbolos y emblemas de la Pampa argentina. Así, los criollos -recuperando las palabras de Ronco- podrían pasar su tiempo de ocio sin perder de vista los valores nacionales: “Las artes decorativas son una gran puerta al nacionalismo, y usted en las figuras de los nuevos naipes ha puesto emoción argentina, al tomarlas del ambiente argentino y de la evocación del más legendario de los hombres argentinos, del más épico, del menos olvidado de los elementos argentinos” (1938). Las palabras del azuleño evocan necesariamente a Martín Fierro, considerándolo una pieza fundamental de la literatura y de la historia. Tanto Piazza como Ronco encontraban en el juego y en el esparcimiento social oportunidades cruciales para resaltar el espíritu argentino, desterrando la herencia española hasta de su propia baraja.

Si bien esta breve anécdota de principios del siglo pasado podría tomarse como puntapié para debatir el pasado colonizador en América o las posturas nacionalistas; me gustaría emplearla como antecedente de otro objeto cultural. Me refiero al tarot marplatense de Franco Damiano, mayormente conocido como Aruki. En su creación podemos rastrear este interés -similar al de Ronco y Piazza- de gestar un sentimiento local ligado a una actividad ya instalada culturalmente -en un caso, los juegos de cartas y azar, y en el otro, la lectura del tarot-. Del mismo modo en que Piazza ideó un mazo que podrían usar los argentinos para jugar los entretenimientos que habían llegado desde el viejo continente; Aruki pensó en este tarot que, a la vez, constituye una obra de arte en sí misma.

La propuesta surge en el año 2020 y sigue el tarot de Smith Rider-Waite; no solo respeta la cantidad de cartas que lo integran -un total de 78, entre los 22 arcanos mayores y los 56 menores- sino también sus nombres y su numeración. Su marca distintiva se encuentra en las vinculaciones establecidas entre estos significados y las personalidades del mundo marplatense. El artista recrea muy bien a las personalidades nacidas en la ciudad, así como también sus escenarios y espacios distintivos. En el caso de los arcanos mayores, reemplaza los personajes originales con grandes celebridades que ocupan un espacio en la memoria colectiva. Tal es el caso de Victoria Ocampo -con su Villa como fondo- quien ocupa el lugar de “La sacerdotisa” -también conocida como “la Papesa” en el tarot marsellés-. Otros ejemplos pueden ser Guillermo Vilas -en posición de realizar su clásico movimiento en el tenis-, quien ocupa el lugar de “El mago”, o bien, en la figura de “El loco” encontramos al famoso patinador de la costa -con su vestimenta característica y su postura histriónica-. La lógica de Damiano divierte al distorsionar elementos clásicos de la mitología marplatense: así, el arcano VII -“El Carro”- se transforma en el emblemático “Olitas”, con el Hotel Provincial de fondo y sus personajes distintivos: Peppa y Spiderman.

Por su parte, para los arcanos menores Aruki eligió personajes asociados a su propia biografía. Seleccionó personas o lugares de la ciudad que jugaron un rol fundamental en su experiencia de vida, como es el caso de Milton Martínez, el marplatense que fue elegido como el mejor skater del 2019. En el tarot, Milton encarna al “Caballero de espadas” y aparece en el skatepark de la costa, con una alusión adicional al cartel de Quilmes en el fondo de la escena. Otros arcanos menores se concentran en los paisajes típicos de Mar del Plata, como puede ser un vaso de cerveza rebalsando sobre la fachada de una de las cervecerías más famosas de la ciudad, y una gaviota sosteniendo lúpulo con el pico.

La riqueza de este mazo no radica únicamente en sus ilustraciones, sino también en el modo en que fueron compuestas, atendiendo a los más mínimos detalles. Cada carta encierra en sí misma una simbología interna, permitiéndonos reconstruir aspectos clave en la biografía de cada lugar o personalidad. Volviendo sobre el ejemplo anterior de “La Sarcerdotisa”, podemos advertir no solo la casa de las Ocampo; sino que también la clara alusión a la revista literaria “Sur”, fundada y editada por Victoria. A su vez, tanto a la derecha como a la izquierda de su figura se ubican las iniciales ‘B’ y ‘J’, en referencia a Bioy Casares y Jorge Luis Borges.

Salvando las distancias temporales, tanto Piazza -revalorizado por Ronco- como Aruki realizaron una relectura de sus contextos inmediatos y una puesta en valor de los signos fundamentales de sus territorios. Para Piazza, la Pampa; para Aruki, la costa. En ambos casos, encontramos objetos que trascienden su uso principal. La baraja criolla con temática Martín Fierro habilita no solo el juego, sino también una puerta de acceso a la literatura gauchesca. Por su parte, Aruki propone un tarot en clave local, resignificando los sentidos de Rider-Waite y ofreciendo una historia alternativa -y personal- de Mar del Plata.

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