Por: Melanie Mandagarán

Profesora en Historia

El pasado lunes 25 de abril el centro de la ciudad de Mar del Plata estaba abarrotado de autos y colectivos, como de costumbre. Sin embargo, algo llama la atención de los transeúntes que se avecinan a cruzar la avenida Luro, es el tibio sonido de una banda de música que se atreve a invadir el ambiente repleto de murmullos, bocinas y vehículos en movimiento. Siguiendo aquella melodía que replica un tango de Astor Piazzolla, atravesamos la plaza San Martín y terminamos frente a la Escuela N° 1 Pascuala Mugaburu, emplazada en 25 De Mayo 2751 entre las calles Bartolomé Mitre y San Luis. Alrededor de ella, decenas de personas, entre ellos docentes, estudiantes, graduados y varios curiosos, se reunieron para celebrar su 150° aniversario.

Esta icónica institución es más longeva que la ciudad en la cual se ubica puesto que fue fundada en 1872 con el objetivo de brindar educación a los niños que habitaban en las zonas aledañas. El desarrollo de Mar del Plata como destino turístico para los sectores encumbrados de la sociedad porteña permitió el rápido crecimiento de aquel pequeño poblado, lo cual se tradujo en un aumento demográfico y, en ese contexto, la Escuela N°1 ocupó un lugar central para nuestra ciudad pues se convirtió en el lugar donde los marplatenses recibieron la educación básica.

Ahora bien, es importante realizar una pequeña aclaración. En un primer momento, la ubicación de la Escuela era diferente a la que conocemos actualmente porque la misma funcionaba en la manzana comprendida entre las calles 11 de septiembre, 3 de febrero, Hipólito Yrigoyen y Bartolomé Mitre. Tiempo después y gracias a una donación de Patricio Peralta Ramos, se pudo realizar la construcción del edificio que se encuentra en 25 De Mayo 2751 y la escuela se mudó a las nuevas instalaciones.

Su arquitectura recuerda a la de un pequeño palacio y discrepa con la modernidad de los altos edificios que hoy se erigen en las zonas aledañas. Imponente es tal vez la palabra que mejor lo caracteriza, aunque la vorágine diaria en la que vivimos los marplatenses nos lleve a ignorarlo cuando pasamos por sus cercanías. El edificio está compuesto por dos pisos con amplios ventanales que permiten que la luz solar invada las aulas, y una gran entrada custodiada por una enorme reja labrada con finos motivos en color dorado. Tras pasar por ellas, nos topamos con un hall de entrada donde podemos observar varias placas que conmemoran fechas destacadas de la institución como aniversarios, entre ellas la destapada por las máximas autoridades del municipio en alusión a los 150 años el pasado 25 de abril. Luego, cruzamos unas puertas más modestas y nos topamos con un espacio de grandes dimensiones que al momento de iniciar o terminar el horario escolar debe parecer pequeño con todo el alumnado en él. Es allí donde los vestigios que dejan en evidencia la longevidad del edificio pueden apreciarse con claridad, en los pisos, paredes y en cada uno de los rincones donde lo viejo convive con lo nuevo, donde lo antiguo convive con lo moderno.

Con el correr de los años se le realizaron varias restauraciones para mantener su buen estado y poder adaptarse a las necesidades de los nuevos tiempos que corren. En 1943 la escuela fue bautizada con el nombre de Pascuala Mugaburu en homenaje a una querida educadora que enseñó en aquellas aulas y que fue directora de la escuela durante unos años. Algunas décadas después, en los años noventa, el Concejo Deliberante de General Pueyrredón declaró a la escuela como de interés patrimonial, por su relevancia en la historia local. 

Actualmente, en sus instalaciones recibe a cientos de estudiantes que acuden a la escuela primaria y a la escuela secundaria que también funciona allí. Así, desde su fundación, hace 150 años, la Escuela N° 1 ha sido, y seguirá siendo, la responsable de educar a miles de marplatenses que todos los días estudian en sus aulas.

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