Lic. María Paula Laure

Trabajadora Social y Docente – MP Nº7372

Cuán importante se vuelve un acto, un gesto que en lo cotidiano hasta se torna cuasi automático en tanto es parte de nuestros sentidos y la habitualidad del devenir diario.

Sin embargo cuando algo obstruye esa mirada ya no es lo mismo, porque se altera nuestra percepción. A veces ocurre algo en el afuera que provoca dicha distorsión pero en  otras tantas quizás ese impedimento sea propio.

Una tarde de este 2022 en la EES68 Laguna de Los Padres.
La Prof. Analía Sierra en su clase de Ingles acompañando a los estudiantes de 2ª2ª. Habilitando un espacio diferente, mirando la grupalidad y en ella viendo sus singularidades.

Somos sujetos, actores sociales de un entramado en el que entre otras muchas cosas somos observadores de la realidad que habitamos y al mismo tiempo somos observados por quienes la cohabitan. Un interjuego constante de influencias mutuas en contextos diversos.

En este tablero de ajedrez que nos impone la vida misma muchas veces esa mirada nos hunde y otras tantas nos abrazan hasta la salvación. Y es justamente en este punto en el que quisiera centrarme especialmente, ya que desde la escuela y como docentes tenemos esta bella e ineludible tarea/misión que tiene que ver con garantizar, ampliar, reparar y abrazar derechos.

Ejercitarnos en la escucha atenta y una mirada que reconozca, trasciende a la técnica a modo de caja de herramientas, porque más bien tiene que ver con esa disposición y disponibilidad en la que me ubico para ofrecerle a los otros esa atención, ese interés, que tiñe a nuestras prácticas, nuestras planificaciones, nuestras intervenciones, nuestras estrategias didácticas, nuestras evaluaciones y devoluciones.

Es aquí donde podríamos enlazar estos pensares con lo que Sandra Nicastro[1] propone en uno de sus tantos trabajos acerca de pensar la escuela en su cotidianeidad. Se trata entonces de problematizar la realidad, lo cual supone asumir una mirada crítica sobre nuestros propios saberes respecto de dicho escenario escolar, cuestionando nuestra percepción, formulándonos interrogantes que nos inviten a ir más allá de lo establecido, de lo conocido, de lo instituido.

Nicastro nos va a decir que volver a mirar, supone un movimiento de ir hacia atrás y volver a mirar lo que ya sabemos como sujetos cognoscentes y volver a cuestionar. En esta invitación de “volver a mirar”  la relación con el otro hace foco en la acción.[2]

Y es justamente en esta última acepción en la que radica la diferencia. Porque estar, habitar la escuela implica hacer. Un hacer que será eterno aliado de aquella mirada que se atreva a rascar la cáscara de lo que se presenta como emergente para poder profundizar en lo pasa, en lo que se calla, en lo que duele, en lo que ahoga, en lo que quiere ser gritado, en lo que aturde, en lo que llora, en lo que explota, en lo que se oculta.

Es así como nos acercamos a poner en acto una mirada particularmente especial: la mirada de cuidado. Una mirada en la que muchos coincidimos debe ser atenta y es la que llega a convertirse en uno de los gestos de cariño más significativos que contiene la relación pedagógica entre docentes y estudiantes, sosteniéndose que los procesos de enseñanza y aprendizaje requieren de la imprescindible combinación del cuidado y del amor.

            La mirada del cuidado implica sensibilizar los sentidos para poder captar señales de padecimiento con el fin de articular acciones anticipatorias.[3]

            Nos hemos animado entonces a plantearnos la necesidad de revisitar nuestra escuela con otros ojos. De descubrirla en cada rincón y a cada instante con los lentes de la novedad, de la sorpresa y de la oportunidad. Permitirnos generar nuevas formas que alberguen la diversidad de las manifestaciones de los NNA[4] que acompañamos para poder garantizar verdaderas políticas de cuidado.

            Que cada inicio de jornada escolar nos encuentre abriendo la puerta de la escuela y con ella el abrazo genuino, potente y afectivo para cada estudiante que espera ser recibido, entendido y querido. Y que en cada cierre podamos concluir en que se trabajó para generar las mejores condiciones para que las enseñanzas y los aprendizajes sucedan con método, empatía y ternura.


[1] NICASTRO, S. (2006) Revisitar la mirada sobre la escuela. Exploraciones acerca de lo ya sabido. Homo Sapiens Ediciones. Buenos Aires.

[2] Revisitar la mirada sobre la escuela. María Laura Bianchini. Auxiliar de investigación del Núcleo de Estudios Educacionales y Sociales (NEES). Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. – Tandil – Argentina. E-mail: mlbianchini@rec.unicen.edu.ar

[3] Las políticas de cuidado en secundaria. DGCyE – Dirección Provincial de educación secundaria

[4] NNA: Niños , niñas y adolescentes

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