Por Ezequiel Vivas

La solución que ha encontrado esta sociedad actual para tratar los residuos es compleja de explicar porque existen muchísimas realidades en el mundo. Para simplificar la explicación, hablemos de lo que sucede en gran parte de Argentina, en grandes y medianas ciudades, que concentran gran cantidad de personas en una red compleja de consumo.

Primero, lo que gira alrededor de la solución que se ha dado es un concepto, englobado por una palabra. Basura. Esta palabra aparentemente inofensiva esconde un paradigma al cual estamos acostumbrados, y que marca nuestra forma de relacionarnos con el ambiente.

Quienes no compostan utilizan tachos, que por lo general están escondidos detrás de una puerta o en un rincón de la casa. Dentro de esos tachos, colocan bolsas de plástico – que se degradarán dentro de dos generaciones – y que reciben todo tipo de objetos y alimentos que no hemos de utilizar más.

Una vez completa la bolsa (aunque a veces ni siquiera se espera a que se llene porque si la dejamos muchos días empieza a largar olor) se retira del tacho, se le hace un nudo apretado y se la lleva a un cesto en la vereda. Una vez allí, la retira un camión que pasa periódicamente por la puerta de nuestras casas. Si la bolsa no se rompe y logra llegar cerrada al camión, nuestra tarea se termina. Hemos logrado aportar a la sanidad de nuestro hogar, y esperaremos dos días para volver a repetir el ciclo.

El destino final de esa bolsa puede ser un basurero a cielo abierto. En el mejor de los casos, puede ser un relleno sanitario.

Amerita una reflexión el hecho de que cualquiera de los dos destinos finales implican un espacio físico especial (idealmente alejado de la ciudad), y que el espacio dentro de la Tierra no es infinito. Una segunda reflexión tiene que ver con la logística y el transporte que implica esta solución que ha adoptado la sociedad.  A modo de opinión personal, como Estado nos debemos una solución superadora, que abarate costos e infraestructura.

Una vez que estamos en tema sobre cómo es la realidad en este momento, llega la oportunidad de hablar del compostaje.

Compostar no resuelve por si solo el problema de la basura, pero puedo asegurar que nos acerca inevitablemente a una solución. Compostar en casa, sobre todo con niñxs pequeños que incorporaran el hábito y lo mejorarán cuando sean grandes, hará que el mundo sea un lugar mejor para vivir.

Se calcula que la mitad de la “basura” que producimos es compostable, y se puede hacer en un espacio de – atentos al dato – 50 cm x 50cm x 50cm por cada 3 personas que habitan un hogar. Se puede hacer dentro bajo techo o en un patio a la intemperie. Con ese aporte, reducimos a la mitad la cantidad de bolsas que sacaríamos a la vereda. Imaginen una escala donde se logre la mitad de los camiones recolectores que hoy circulan por las ciudades, y donde los espacios de basurales y rellenos reciban la mitad de las bolsas que hoy reciben diariamente.

Me gustaría cerrar estas líneas con la siguiente idea, a modo de disparador.

Compostar en la sociedad, en cada uno de nuestros hogares y lugares de trabajo, debería ser una regla de convivencia. No hacerlo, debería ser visto y pensado como un peligro a la salubridad pública.


El presente artículo refleja la opinión personal de su autor y no corresponde necesariamente a la línea editorial de Trama Educativa.

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