Por Emilia Pozzoni

Mucho bardo y pocas nueces se define, en las letras de sus propias canciones, como “el melodrama que Shakespeare soñó”, y esto nos permite proponerlo como un imperdible recorrido musical por la trayectoria del dramaturgo inglés. Si bien su título hace referencia explícita a Mucho ruido y pocas nueces, una obra de principios del siglo XVII, también encontramos guiños a los lectores de otros de sus principales títulos teatrales: Hamlet, Macbeth o Romeo y Julieta, por mencionar solo algunos.

Además de encontrarse re-versionado al formato de musical -en donde, como es habitual, los personajes cuentan con sus números solistas y sus representaciones grupales-, también nos encontramos ante una adaptación temporal: la obra se sitúa en los años 30, más específicamente, en los estudios de dos ficticias compañías cinematográficas, Lumitón y  Pampa Films, quienes se disputan la hegemonía de la pantalla grande en la Argentina. En su staff encontramos seis personajes principales, interpretados por Macarena Riesco, Mona De Marco, Camila Suero, Oscar Miño, Axel Otarola y Leo Rizzi. Así, dueños y actores de ambas empresas atravesarán, con mayor o menor éxito, los conflictos, confusiones y problemas presentados a lo largo de la representación.  

El texto original de Shakespeare es una comedia de enredos, lo cual ya nos anticipa los malos entendidos amorosos, las confusiones y las situaciones ridículas que protagonizarán sus personajes. De esta manera, asistimos al desarrollo de tres vínculos románticos diferentes que atraviesan distintas etapas, ya sea desde el amor correspondido, hasta el engaño, el desamor y las relaciones de amor-odio. A partir de la construcción de personajes cómicos envueltos en situaciones absurdas, la obra dirigida por Leo Rizzi recupera la esencia humorística palaciega del texto isabelino.  

Por momentos asistimos a una representación dentro de otra representación, siendo que los personajes no solo son encarnados por actores, sino que, arriba del escenario también actúan como si lo fuesen. En sus parlamentos, explicitan y develan paulatinamente los propios recursos teatrales que ponen en práctica; por lo tanto, podemos pensar que no solo asistimos a una reconstrucción argumental de Shakespeare, sino que además se recuperan sus principales estructuras y tópicos dramáticos -como podría ser el theatrum mundi, o el mundo como escenario, dando a entender que la sociedad y sus componentes se estructuran como si de una pieza teatral se tratase-.

Es importante destacar la musicalización en vivo, a cargo de Axel Otarola y Camila Suero, quienes también interpretan sus personajes en el escenario. La obra puede disfrutarse todos los miércoles de enero en la sala Roberto J. Payró del Teatro Auditorium, en el Centro Provincial de las Artes -Av. Patricio Peralta Ramos 2280-.

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