El lunes 13 de marzo en Trama Educativa Radio hablamos con Evangelina Aguilera, poetisa marplatense y profesora de Literatura, sobre poesía y educación.
-¿Qué es la poesía?
Primero hay que identificarla como un género, sabiendo que han tenido un borramiento de sus límites. Pero si decimos qué es la poesía, podemos decir que es el intento de decir lo inefable, esa búsqueda lingüística de la absoluta belleza que hay en uno y que hay en los otros también. Como toda definición puede completarse, pero me gusta pensar la poesía como una búsqueda de una voz que está en nosotros y que es un camino de pensamientos.
-¿Todos podemos hacer poesía?
Todos podemos ver la belleza. Algunos tienen la capacidad de expresarla lingüísticamente, otros en pintura, otros en la música. La poesía en sí, no es solamente lingüística, es toda manifestación del espíritu que se anima a acercarse a ese abismo que es lo hermoso y lo inconmensurable, la belleza.
La diversidad nos enriquece. Ser distintos nos hace muy bien
Evangelina Aguilera, poetisa marplatense
-En tu caso, ¿sobre qué escribís?
Sería mejor, a veces, preguntar sobre qué no escribís y porqué. Pero voy a responder. Yo escribo mucho sobre el tiempo, en realidad, escribo sobre todo porque todo deriva en el pensamiento. Puedo escribir sobre una hormiga, como lo he hecho en un libro que se llama En la enorme presencia de lo nimio, y esa existencia de la hormiga me hace pensar en lo pequeños que somos nosotros. Mis temas repetitivos, constantes, tienen que ver con pensar el tiempo o pensarnos como una existencia muy chiquita. Eso a veces me lleva a la angustia y otras veces a la alegría.
-En tu última obra de “Boccaccio para recitar”, ¿sobre qué versas?
Van a encontrar un gran homenaje a Giovanni Boccaccio, que es un autor absolutamente admirable e inmenso. Y una necesidad de acercarme a ese pensamiento que surgió en un contexto tremendo que los llevó a la poesía. Un lenguaje necesario de amistad con Boccaccio que habló de la muerte en un contexto de crisis, en un contexto de pandemia, en un contexto de muerte y que yo tomé delicadamente para también dialogar con él sobre lo que para mí es la muerte. Es un diálogo imaginario entre dos géneros, entre su hermosa narrativa y mi humilde poesía.
-¿Cómo haces para invitar a los niños, jóvenes y adolescentes a que se sumen a esta expresión literaria?
Yo vivo en las aulas, soy un animal de aula. Cuando hablo con los chicos siempre les digo “Imagínense la vida de ustedes con los días que tengan, cada uno tendrá la cantidad de días que la suerte asigne. Pero imagínense habiendo leído mucha literatura. ¿Cuántas vidas van a tener? ¿Cuántas experiencias? ¿Cuántos viajes? ¿Cuántos seres y circunstancias van a conocer?”. Es decir, la literatura es una fuente inagotable de conocimiento y de riqueza. Cuando los invito a leer los invito en verdad a pensar potencialmente, a vivir muchas vidas más.
A veces se dice que los chicos no leen, pero los chicos leen un montón. Los jóvenes son inmensos lectores, sucede que son lectores de otras estructuras. Son ágiles, son alegres, son rupturistas, son creativos, son ellos el futuro y estamos en muy buenas manos.
-¿Qué te encontras a la hora de expresar lo que sienten los y las estudiantes?
Me encuentro con la vida, con chicos que hacen rap, trap, que interrumpen la clase e intervienen haciéndome un rap sobre lo que estamos leyendo. Una alumna que escribe poesía, otro que se emocionó y se largó a llorar. Otro que quiere contar una anécdota de lo que le pasó ayer. Entonces eso encuentro, chicos y chicas que quieren decir, que quieren tener el espacio.
Por eso es tan importante el espacio del taller de escritura en nuestra ciudad. Nuestra ciudad es rica en talleres, en escritores, esto es un semilleros de poetas, de narradores. Lo lindo es que acoge a todas las edades. Es hermoso que haya mucha diferencia, en edad, en tono, en temáticas. Que haya muchos grupos, y muchos grupos diversos.
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