Por Emilia Pozzoni
La primera edición del Festival Internacional de Teatro Progresista nuclea a distintos grupos teatrales independientes y comprometidos con causas sociales. Aún se encuentra en desarrollo -dado que comenzó el 29 de julio y tiene previsto su cierre el día 7 de agosto- y cuenta con la participación de catorce países: Argentina, Rusia, Perú, Ruanda, Uruguay, México, España, Burkina Faso, Cuba, Colombia, Ecuador, Bolivia, Colombia y Venezuela, su país anfitrión. El festival no cuenta solo con la representación de obras en vivo, sino también con instancias formativas como talleres y seminarios intensivos, además de propuestas destinadas a un público infantil.
El grupo marplatense “La rosa de cobre” es uno de los tantos participantes que integran el festival, representando a nuestro país con la aclamada obra Ensayo sobre el miedo y también con una participación exclusiva via streaming en los días previos al evento, desde el Instagram de la Fundación para la Cultura y las Artes de Caracas.
Antes de ahondar sobre la obra, que ha sido representada el miércoles 3 y el jueves 4 de agosto en el Teatro Municipal de la capital venezolana, cabe destacar la fuerte importancia a nivel local y nacional del grupo dirigido por Federico Polleri. Polleri, dramaturgo; actor; ensayista; director; periodista y docente, fundó en 2009 la compañía que, a su vez, comparte nombre con su primera obra: “La rosa de cobre”. En palabras del propio director, el grupo y la representación llevan su nombre en referencia a la prosa de Roberto Arlt, más específicamente, a su novela Los siete locos (1929). Sin lugar a dudas, casi cien años más tarde, la prosa artliana continúa resonando en distintas esferas culturales y produciendo nuevos significados en las manifestaciones literarias hispanohablantes.
Para conocer en profundidad esta propuesta teatral es posible leer su antología publicada en 2019, en conmemoración de los diez años del grupo. El texto editado por Ajo Editora, con prólogo de Jorge Dubatti, compila los guiones dramáticos escritos por Polleri e interpretados a lo largo de la última década por Carla Rossi, Belén Manetta, Pablo Guzzo, José Luis Britos, Alejandro Arcuri, Esteban Padín, Juan Ignacio Echeverría y, además, el propio director. El libro se encuentra disponible tanto en la librería El gran pez -San Luis 2130- como en la boletería del espacio cultural Cuatro Elementos -Alberti 2746-, signo del teatro independiente marplatense.
Las obras contenidas en dicha edición son, según su orden de aparición en el texto: Ensayo sobre el miedo, El escapista y La rosa de cobre, todas ellas representantes de un teatro políticamente comprometido. Esta última, que paradójicamente constituye la primera aparición en público del grupo, surge de una relectura colectiva de la narrativa de Roberto Arlt. En palabras de Polleri, revisitar los textos de Arlt es una repuesta al rol del artista en sociedad y la necesidad de preguntar cómo funciona el arte en relación a todo lo que nos rodea.
Uno de los conceptos centrales del paradigma arltiano radica en la utopía. De hecho, la rosa de cobre mencionada en Los siete locos, es el invento nunca concretado del metafísico Erdosain, quien nos revela página a página algunos detalles de este objeto poético inalcanzable. Metafóricamente, la rosa de cobre puede asociarse a la última esperanza que conserva el protagonista ante el abismo y el desamparo que lo rodea. Sin embargo, la presencia de un objeto fantasioso y utópico no solo está presente en la obra que lleva el nombre de la invención de Erdosain; sino que la noción utópica también puede leerse en Ensayo sobre el miedo, obra elegida para la representación marplatense en el Festival Internacional de Teatro Progresista. En este caso, sus siete personajes se encuentran sumergidos en una distopía futurista, desarrollada en un mundo aniquilado por una epidemia de Miedos. Aquí, el utópico anillo de cristal utilizado por el personaje conocido como “La Narcoléptica” establece un puente entre la realidad y la fantasía; entre la pesadilla en la cual se encuentran insertos y el mundo extrateatral/ficcional.
Este símbolo se vincula semánticamente con otro elemento central de la obra: el Ladrillo, que adquiere diferentes significaciones. Sea bunker, barricada, trinchera, protección, aislamiento del exterior, entre otras, irá reformulándose a lo largo de la representación. Finalmente, los personajes encontrarán en él la posibilidad de la fundación de un nuevo mundo; la anagnórisis se encuentra en el punto en que para construirlo deben derribar el muro que los separa del exterior.
El personaje del ciego declama el poema “Pie para el Niño Vallecas”, de León Felipe (1930), que opera como una suerte de epígrafe a Ensayo sobre el miedo, del mismo modo que el poeta español decodifica en una suerte de écfrasis el cuadro de Velásquez, porque condensa de alguna manera los temas que la obra luego expande: toma el intertexto con El Quijote de Cervantes para recuperar la noción de “el teatro como mundo” y articular la posibilidad del arte como un lenguaje político. Dice: “De aquí no se va nadie. / Antes hay que deshacer este entuerto, / antes hay que resolver este enigma. / Y hay que resolverlo entre todos”. La responsabilidad se pone de lleno en el centro de la escena en el poema y en Ensayo. Declama el ciego: “Entonces nos iremos todos”, una vez deshecho el entuerto. Es decir, el poeta y el personaje inhabilitan ante la urgencia social toda posibilidad de escape a la fantasía. Si bien ellos, los habitantes del bunker, se encuentran inscriptos en una ficción, al igual que Don Quijote, pueden galopar el llano luchando por la justicia social, liberando a los galeotes.
Volviendo sobre Arlt y su paradigmático Prólogo a Los Lanzallamas (1931): “Mas hoy, entre los ruidos de un edificio social que se desmorona inevitablemente, no es posible pensar en bordados”. La representación escénica concluye con los habitantes del búnker mirando al amanecer mientras el Ladrillo, en el centro de la escena, es iluminado. Así, se integra en el código de lo utópico de la obra, porque representa el afán de reconstruir ese mundo que Arlt advirtiera demolido; es la luz de un nuevo día, de un nuevo mundo que debe ser construido en comunidad, demoliendo los muros -materiales y simbólicos- que separan a los habitantes de un cosmos fragmentado -es por esto que, en el momento de mayor conflicto entre los personajes, el Ladrillo desaparece de escena, porque la desunión anula su significancia-.
Sin duda, las obras de “La rosa de cobre” ofrecen múltiples lecturas imbricadas con la coyuntura sociopolítica, en diálogo con problemáticas contemporáneas e históricas, tanto a nivel local, regional e internacional. En el contexto del Festival Internacional de Teatro Progresista, la dramatización presentada establece relaciones con las demás representaciones, todas ellas asociadas a una mirada crítica de la realidad, entendiendo el arte y el teatro de una forma comprometida. Así, utopía, futuro y sociedad son algunos de los ejes que no solo atraviesan Ensayo sobre el miedo sino también a todo el programa del festival, desafiando al público a una lectura incisiva del presente.