Lic. Graciela Efron
Licenciada en Ciencias de la Educación Especialista en Contexto de Encierro. Directora del CFP Escuela de Hotelería y Gastronomía. Integrante de la Cátedra de Didáctica General de la UNMDP. Integrante del Grupo de Investigación y Extensión en Innovación Educativa GEIE.
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En un mundo en constante evolución, es esencial preguntarnos qué habilidades y conocimientos necesitan los futuros profesionales para enfrentar los desafíos actuales y por venir. La práctica reflexiva y la construcción de conocimiento a partir de la experiencia son habilidades fundamentales que preparan a los futuros profesionales para enfrentar los desafíos del mundo del trabajo.
En nuestro país, la formación profesional como una modalidad de la Educación Técnico-Profesional (ETP) dentro del Sistema Educativo constituye un pilar fundamental en la preparación de futuros profesionales. La ETP tiene como objetivo principal promover capacidades, conocimientos, habilidades, destrezas, valores y actitudes relacionadas con el desempeño profesional y criterios de profesionalidad propios del contexto socio-productivo, tal como se detalla en el Art. 4º de la Ley de Educación Técnico Profesional.
Por ese motivo, la Formación Profesional busca proporcionar a los estudiantes experiencias de aprendizaje significativas, prácticas que promuevan un aprendizaje activo y la reflexión sobre la propia práctica. En las aulas, que simulan entornos reales de trabajo, los estudiantes tienen la oportunidad de aprender mediante la experimentación, la colaboración entre pares, la resolución de problemas en equipo, la reflexión sobre lo que hacen y la comprensión de por qué se hace de esa manera. Es decir, en términos de Schön (1987), la Formación Profesional despliega estrategias de aprendizaje que fortalecen la formación profesional. Se trata, en otras palabras, de poder reflexionar sobre lo actuado, para que la acción profesional se convierta en un objeto de conocimiento, con la intención de resignificar la práctica desde un enfoque reflexivo (Dewey, 1989; Schön,1987, Perrenoud 2007).
Al reflexionar acerca del desafío de construir propuestas significativas, Litwin (2008) hace referencia a la necesidad de diseñar actividades que recuperen la implicación y la emoción de los estudiantes, promoviendo un análisis de los problemas del mundo real, integrando conocimientos, experiencias, intereses personales y sociales. Vincular a los estudiantes con el mundo laboral desde una etapa temprana a través de prácticas profesionalizantes, visitas a empresas y experiencias directas permite una visión realista de la industria, fomentando a su vez la identidad y la conexión con la comunidad local y regional.
Estos vínculos, por otra parte, facilitan la toma de decisiones curriculares y la práctica docente en sintonía con las necesidades del mundo del trabajo. Las llamadas Prácticas Profesionalizantes (PP) permiten a los estudiantes aproximarse al campo laboral y transferir lo aprendido a situaciones reales, al tiempo que reven su propia práctica a la luz de lo acontecido en los ámbitos reales de trabajo. Promover la participación de los estudiantes en comunidades de práctica, donde compartir aprendizajes desde los diferentes campos disciplinares basados en la reflexión sobre las propias experiencias en interacción estudiantes, docentes y profesionales, contribuye a la co-construcción de conocimientos y a estar atento a las demandas cambiantes del mercado laboral.
Tal como hemos dicho, la formación técnico-profesional busca preparar a los estudiantes para enfrentar los desafíos de un mundo en constante cambio, y por eso es necesario la formación de profesionales reflexivos capaces de aprender y adaptarse de manera continua.
La combinación de experiencias prácticas, experiencias directas y la participación en comunidades de práctica brinda a los estudiantes una base sólida para su futura inserción laboral, promoviendo la reflexión sobre la acción como un elemento esencial en la mejora continua de la práctica profesional.
La estrecha colaboración con el contexto socioproductivo y la comunidad asegura que los programas de formación estén alineados con las necesidades del mercado y que los graduados de la FP estén preparados para enfrentar los desafíos del mundo laboral. La educación técnico-profesional es un puente vital entre la institución educativa y el mundo del trabajo, y fortalecer este vínculo es menester para el beneficio de nuestros estudiantes y la sociedad en su conjunto.
Bibliografía
DEWEY, John (1998/1916) Democracia y educación. Madrid: Morata.
LITWIN, E. (2008) El oficio de enseñar. Condiciones y contextos. Buenos Aires, Paidós.
PERRENOUD, P. (2007) Desarrollar la práctica reflexiva en el oficio de enseñar: profesionalización y razón pedagógica. Barcelona. Grao de Irif
SCHON, D. (1992) La Formación de Profesionales Reflexivos: Hacia un Nuevo Diseño de la Enseñanza y el Aprendizaje en Las Profesiones. Bueno Aires. Paidós.
Ley 26206, de 14 de diciembre de 2006, Ley de Educación Nacional. Boletín Oficial. Argentina, 6 de febrero de 2007, núm. 31062, p. 1.
Ley 26058, 7 de septiembre de 2005, Ley de Educación Técnico Profesional. Boletín Oficial. Argentina, 8 de septiembre de 2005.
El presente artículo refleja la opinión personal de su autor y no corresponde necesariamente a la línea editorial de Trama Educativa.