Por Rocío Belén Montiel*

Este tiempo de distanciamiento social nos invitó a  alejarnos físicamente de las instituciones educativas y a la vez nos planteó la inédita oportunidad de sentirnos más  cerca como colectivo docente, tendiendo redes de afecto y trabajo, consultando y estudiando, más allá de la prisa, es posible continuar con la tarea docente que se vio conmovida por múltiples factores, no sólo por  el aislamiento social preventivo y obligatorio.

Este  rico escenario pedagógico lo estamos entendiendo como un tiempo que pasó de la urgencia a la naturalidad del proceso de enseñanza -aprendizaje hasta  que regresemos a encontrarnos corporalmente. Inmersos actualmente  en él, cuestionamos la idea de clase tradicional y asumimos que la virtualidad le brinda otro viraje a este concepto. La asincrónica, es decir, no coincidir temporalmente uno con el otro, es una característica de esta modalidad. Un docente puede leer las intervenciones de los estudiantes en un foro de discusión, trata de hilar las participaciones, hace un resumen que incluye varias intervenciones, invita a establecer un  dialogo entre los participantes, también  crea experiencias  inmersivas de aprendizaje, provoca el uso activo de los marcos teóricos a través  del empleo de  herramientas digitales; pero para todo esto, no es necesario que docente- estudiante estén al mismo tiempo en el mismo lugar. Una estudiante se encuentra amamantado a su bebé, otros viviendo la clase en un transporte público, otros distantes entre sí a cientos de kilómetros, estas escenas  nos propone volver a pensar una expresión diaria y familiar de “la clase” representada hasta hace no mucho con la imagen del pizarrón y los pupitres minuciosamente ubicados.

Eventualmente esta novedosa manera de pensar los dispositivos  formativos en educación  se contrasta con lo que usualmente acostumbramos a  considerar como una  clase tradicional de corte instrumental con lógica de reproducción. Ahora situados en  prácticas de enseñanzas mediadas por tecnología, me formulo preguntas que lejos de ser apuradas y urgentes, las prefiero abordar desde  perspectivas críticas y reflexivas. Algunas emergentes son: ¿Qué característica tiene la enseñanza invisible en escenarios didácticos atravesados por tecnología? ¿De qué manera se manifiesta o se descubre la enseñanza invisible en estas prácticas educativas? ¿En qué intervenciones docentes se hace visible la enseñanza implícita, si entendemos que no existe una práctica ecuánime que invalide los valores en cualquier ámbito educativo? ¿Dónde germinarán esos saberes que el curriculum explicito calla? En tiempos de presencialidad, es sencillo capturarlo en los diálogos en el contexto áulico, en las decisiones, preguntas  e intercambios   con los estudiantes, en las charlas de pasillo al término de cada  encuentro, en conversaciones con colegas y en formas de pensar el mundo y habitarlo. Allí, en esos sitios e intersticios, emergen los aprendizajes colaterales, accesorios o secundarios que nos envía a la noción de curriculum oculto (Jackson,1968) , cuya incidencia tiene peculiaridades que es preciso considerar; es subrepticio, es decir que  se influye de manera no manifiesta; es omnipresente dado que actúa en todos los momentos y en todos los lugares; es omnímodo reviste múltiples formas de influencia ; es reiterativo y por último es incalificable , es decir ,no se repara en los efectos que produce , no se evalúa el aprendizaje que provoca, no se valora las repercusiones que tiene. De este modo, si injertamos esta idea tan pura del campo didáctico  a prácticas de enseñanza mestizas nos podemos encontrar con diferentes perspectivas y discursos que convergen, abonan y ofrecen inspiración a las coordenadas de este texto siendo tratado de modo lateral y tangencial.

¿En qué acciones docentes reverbera la enseñanza invisible, si comprendemos que la práctica docente es profundamente moral y  política? ¿En qué nicho o resquicio acontece lo oculto en un espacio de enseñanza mediados por tecnologías? ¿De qué maneras las nuevas tecnologías afectan la enseñanza implícita?

Si asumimos este planteo desde una perspectiva reflexiva de las prácticas de enseñanza, no es en las tecnologías de la información y la comunicación en lo que tenemos que centrar nuestra mirada sino en los supuestos pedagógicos y comunicacionales(Huego,1997) que configuran nuestro diseño didáctico  y en los modos de entrelazar , ligar y  vincular el discurso pedagógico, comunicativo y las tecnologías con la práctica de educativa, allí se produce la mixtura, la tracción y el ensamble de  decires, decisiones, sentires y pensamientos , que nos inquieta, provoca e  impulsa a la búsqueda de coherencia de nuestra acción docente .Por consiguiente estamos habitando un  tiempo  que nos confronta  en los modos de concebir, sentir y vincularnos con los estudiantes y nos empuja a reflexionar acerca del lugar aventajado que ocupan las tecnologías alterando los procesos de enseñar y aprender, enviando una invitación a  volvernos a proyectar, recrear y reinventar desde lugares comunes, compartidos , convertidos pero siempre colmados de pasión. Ya es momento de pegar el salto …


*Rocío Montiel es Prof. y Lic. en Ciencias de la Educación. Adscripta Graduada en la Cátedra de Didáctica General, Universidad Nacional de Mar del Plata.

El presente artículo refleja la opinión personal de su autora y no corresponde necesariamente a la línea editorial de Trama Educativa

Un comentario en «Enseñanzas invisibles en prácticas mediadas por tecnología»
  1. Excelente tu trabajo Rocio!!! Me encantó, un desafio para aquellos docentes que se quedaron en el tiempo!!
    Importante siempre la empatía y la creacion de cómo nos relacionamos con los adolescentes!!!
    Felicitaciones!!!

Comentarios