Luis Rodríguez, actual presidente de la Agrupación Antárticos Mar del Plata, quien arribó a la Base Marambio en la década de los ´70, contó su experiencia a Diálogos Antárticos, una iniciativa conjunta entre la Universidad Nacional de Mar del Plata y la Universidad de la Defensa Nacional que busca recuperar estos testimonios.

-¿Cómo fue el comienzo de tu historia con la Antártida?

Yo vengo de un pueblito del interior del Chaco, y cuando me trasladé a Mar del Plata, llegó que necesitaban gente en la Antártida y me anoté. En esa época era una locura ir, pero tenía tantas ganas que hasta me operé del apéndice, porque debías hacerlo aunque no tuvieras ningún síntoma. Fui con la misión de dar apoyo logístico a la ciencia.
En la escuela no me habían enseñado lo que era la Antártida, solamente me mostraban un triangulito tipo porción de pizza al lado de Ushuaia, no tenía idea que nuestro territorio es tan grande como de La Quiaca a Tierra del Fuego, y nos han enseñado toda la vida como si fuera una pequeña isla que no sirve para nada, que es solo hielo.

Diálogos Antárticos
Una de las imágenes tomada por Luis durante su estadía en la Antártida. Fuente: Aportes de la Historia.


Cuando comenzó su viaje en 1973, Luis Rodríguez tenía solo 23 años, salió desde Buenos Aires “yendo a lo desconocido”, y relató: “El viaje empezó en Puerto Nuevo, solo, sin nadie que me salude, con grandes ganas de aventura, y eso fue lo que me llevó a poder estar 1 año y 1 mes. Inclusive comunicaciones con mi familia tuve solo una o dos”.

En el rompehielos General San Martín Rodríguez viajó junto a 22 personas, y contó que se ofreció a llevar la carga de combustible durante el viaje: “Ni se me pasó por la cabeza que estaba el temible Drake -pasaje que separa América del Sur de la Antártida y donde se juntan el Océano Pacífico y el Atlántico- que fue algo terrible, cuando cruzábamos el estrecho todos estaban descompuestos. Fue algo extraordinario hasta ver los primeros témpanos con pingüinos, ahí casi me gasto todos los rollos de la cámara”.

-¿Cómo fue el proceso de instalación?

Cuando llegamos era pleno verano y había muchísimo trabajo duro que teníamos que hacer en el menor tiempo posible, de descarga de tambores en la nieve, en la nieve derretida, o en el barro. Después en  invierno es un poco más acomodado, y ahí es donde vienen las relaciones humanas, porque mucha gente extraña, cuando hay temporal de una semana, una semana adentro. Nosotros no teníamos galpones, sino dos casas habitación, entonces sufrimos las inclemencias del tiempo, en un momento se nos prendió fuego la usina y nos quedamos sin calefacción.

-¿Tenés una anécdota que guardes con especial cariño?

Hubo varios acontecimientos, presencié la primera jura de bandera de cuatro soldaditos, del cual me dieron un testimonio. Después, en 1974 se realizó el vuelo transpolar, que iba completamente lleno de combustible para cruzar el polo, en ese momento fui a la cabecera de pista, como siempre andaba con la cámara en los bolsillos.
También filmaron una película allá, Navidad en la Antártida, y yo siempre andaba con los periodistas que hicieron tomas, pero nunca pude conseguir esa filmación. Tengo muchas fotos sobre esos momentos.


“Cuando volví quise dar a conocer lo que viví pero recibí rechazo”

-¿Qué significó en tu vida vivir todas estas experiencias?

Fue un antes y un después, porque uno va allá sin conocerla, y al ver lo que es tiene sentido de pertenencia, es un territorio riquísimo. Nosotros lo abandonamos, en el ´50 había 13 bases activas, y ahora solo quedan 6. Todo depende de las autoridades, que tampoco saben ni les interesa, esa es una de las cosas que a mi me parecen mal, porque tenemos que conocerla para poder defenderla.

En relación a eso, Rodríguez afirmó: “Cuando volví quise dar a conocer lo que viví pero recibí rechazo, por eso todo quedó guardado en un baúl, y después de 40 años lo saqué, ahí me di cuenta de lo valiosas que son las fotos”. A partir de ese momento, decidió conformar la Agrupación Antárticos Mar del Plata: “Estamos trabajando y tenemos la misión de hacer conocer al ciudadano común el testimonio antártico, necesitamos ir más a las escuelas, dar charlas del tema”.

Con respecto al futuro de la Agrupación, mencionó: “Tengo un montón de sueños, principalmente poner un museo en Mar del Plata, que ayudaría mucho al turismo, a la cultura, a la educación. Ya hicimos un pequeño espacio en el Cabildo al cual se acerca mucha gente, ese reconocimiento a los antárticos es una de las cosas pendientes que tengo, hay muchas cosas que nosotros sabemos y en los libros dicen otra cosa, queremos reivindicar a todos, no solamente a los generales”.

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