El 11 de febrero fue el Día de la Niña y la Mujer en la Ciencia, una fecha que invita a reflexionar el acceso de las mujeres a este campo. Lucía Echeverría, becaria del Conicet, es una mujer de ciencia que desde la microeconomía investiga cómo se produce la distribución de ingresos en los hogares.

Este día tiene como objetivo visibilizar a las científicas, promover la participación equitativa en la ciencia y motivar a las niñas a considerar la investigación como un futuro posible. Lucía Echeverría investiga las diferencias de género y bienestar infantil en Argentina y analiza la distribución del gasto hacia el interior del hogar, poniendo en evidencia que la economía no es sólo un espacio de hombres.

Echeverría se formó como licenciada, magister, y doctora en Economía. En la actualidad trabaja en el Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEyS) que se encuentra en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Unmdp), donde además es docente especializada en microeconomía.

Echeverría investigó en su etapa doctoral cómo se asignan los recursos, es decir el gasto total hacia adentro de las familias. Los resultados de esta investigación mostraron que en las familias biparentales, donde las madres también aportan ingresos, los niños y niñas reciben una mayor proporción del gasto total del hogar. Este trabajo fue innovador en su campo, ya que no existían este tipo de datos para Argentina.

“Me pareció interesante y quise hacer doble clic en cómo se distribuye el gasto dentro del hogar y qué implicancias tiene sobre el bienestar de los niños, ya que la desigualdad dentro del hogar puede impactar en los niveles de pobreza infantil. Un resultado que se observa es que en hogares donde las mujeres se desempeñan en el mercado laboral, lo cual puede pensarse como un empoderamiento de la mujer en la toma de decisiones dentro del hogar, los niños reciben mayor proporción del gasto total del hogar en comparación con niños en hogares donde solo el hombre trabaja”, cuenta la especialista.

A su vez, la investigación mostró que en las familias la mayor proporción del gasto es dedicado a las infancias, tanto en el caso de familias bi y monoparentales. También demostró que ese porcentaje es mayor cuanto mayor es el nivel educativo de madres y padres. Además, encontró que la distribución hacia adentro de los hogares es relativamente similar entre hogares con niveles de ingreso diferentes, que cuando las madres trabajan hay una mayor proporción del gasto dedicado a los hijos y, por último, que hay una preferencia de gasto hacia las niñas.

Echeverría cuenta que hay algunas hipótesis que podrían explicar la diferencia entre niños y niñas. Por una parte, el nivel de escolarización de las niñas es más alto que el de los niños, por lo que habría mayor gasto en objetos relacionados con la educación. Si bien evaluaron esta posibilidad los datos indicaron que podría ser así pero no en la totalidad de los casos.

Por otro lado, el mayor gasto podría deberse al impuesto rosa, un fenómeno que sucede a nivel mundial y que se replica en Argentina. Así lo confirma la Confederación Argentina de la Mediana Empresa que consiste en un aumento del costo de los productos que son inherentes al consumo del género femenino. La economista ilustra: “Hablamos de productos de higiene, ropa y juguetes que son más caros, entonces implica un gasto más alto. Esta hipótesis no pudo ser corroborada porque en la encuesta de hogares no se discriminan los precios, si no los gastos, pero tampoco se puede descartar, porque también es posible que ambos procesos estén sucediendo en simultáneo”.

Además de la distribución hogareña, Echeverría estudió escalas de equivalencia para evaluar la pobreza, que sirven para comparar el ingreso de familias que son muy distintas. La especialista explica que las escalas permiten contrastar un hogar unipersonal y otro con tres niños, por ejemplo. El análisis estuvo situado en la Ciudad de Buenos Aires con los datos de 2004-2005, comparado con las escalas que publica el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).

El organismo nacional se basa en criterios calóricos, donde un adulto de edad intermedia y actividad moderada necesita 2.700 calorías por día, mientras que niños y niñas requieren una porción de esa ingesta. Esta forma de evaluar solo tiene en cuenta la canasta de alimentos. La economista, en cambio, propuso incluir otras variables que incluyen todos los consumos de los hogares y gracias a este ajuste en el análisis observaron que los valores de pobreza eran mayores de lo reportado por el INDEC.

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