Por María Paula Laure (M.P. 7372)*

Según su definición más elemental, un recorrido es la acción y efecto de recorrer. Atravesar un espacio, efectuar un trayecto, registrar con cuidado, repasar. En un sentido más abstracto refiere a las experiencias de vida que a su vez conforman las biografías o trayectorias personales. Y, dentro de éstas podemos encontrar también a las trayectorias escolares.

En materia educativa podemos encontrar bibliografía que investiga, analiza y aborda ampliamente este tema de las trayectorias y a su vez se han generado comunicaciones y documentos que conforman el encuadre normativo de nuestra tarea como docentes en los distintos niveles y modalidades del sistema educativo argentino.

A  esa basta fuente de referencia, que aporta a nuestro quehacer profesional marcos teóricos y metodológicos, quisiera acercarle hoy la necesidad de ejercer una mirada que permita ampliar el horizonte, que nutra de algún modo aquella trayectoria que se nos presenta en un listado pero que debemos reconocer  con un nombre y apellido, con un rostro singular y con recorridos propios.

En una de las escuelas en donde trabajo, tenemos la posibilidad de disfrutar de un paisaje inmenso en donde conviven escenarios rurales y urbanos. Forma parte de lo que podría llamarse el periurbano de Mar del Plata, estoy refiriéndome a Estación Chapadmalal.

Quienes nos trasladamos desde la ciudad a trabajar a mi querido “corral de barro” tenemos un recorrido exquisito, el que nos aporta su geografía colmada de lomadas, extensiones de campo, caminos de canteras, arboledas, quintas, parques, granjas… Un tramo que al hacerlo nos permite una introspección al inicio y al cierre de la jornada. La distancia y el tiempo aquí juegan a favor, aunque debemos advertir que para otros análisis estas variables bien pueden ser obstaculizadoras.

Volviendo a este recorrido, es interesante resaltar que en esa ida o en esa vuelta podemos “prepararnos para” o bien recapitular lo que aconteció y, en ese trayecto mental pero también territorial entrelazar información. Dicho en otras palabras, ese recorrido del territorio, esa observancia del lugar, esa mirada ampliada del contexto nos permite y nos aporta información sobre aquello que no aparece en un legajo, sobre aquello que no se desprende por sí solo o quizás queda sobrevolando en lo no dicho. Se trata de recorridos imprescindibles para que podamos texturizar los relatos de los otros, para que podamos entrenar esa actitud empática clave, para que nuestro Yoprofesional/docente habilite la construcción de un vínculo educativo con base en la afectividad que es la que permitirá el cuidado, la atención, el respeto, el amparo, la protección, la garantización de los derechos de nuestros NNA.[1]

Ocurre a su vez, que mientras vamos transitando nuestro propio recorrido, nos encontramos con otros muchos y variados, algunos los atravesamos, otros los vemos de lejos, otros se nos acercan. Inevitablemente nos afectan y son afectados por nosotros. Podemos decidir acercarnos o no, pero hay intervenciones que son de rigor. Hay recorridos que no podemos evitar y que debemos transitar (cada quien reflexionará al respecto) y existen aquellos que si no los consideramos quedamos incompletos, con piezas faltantes del rompecabezas.

Sabemos que las trayectorias escolares se construyen a lo largo del recorrido transitado en el sistema educativo y que podemos distinguir las trayectorias escolares teóricas las cuales expresan itinerarios que siguen la progresión lineal prevista por el sistema, en los tiempos marcados por una periodización estándar (Terigi, 2008a) de las trayectorias escolares reales, que son las que efectivamente realizan los estudiantes evidenciándose discontinuidades y rupturas.

Hay un artículo de la Organización de los Estados Iberoamericanos (OEI) de hace algunos años que habla de este tema de las trayectorias teóricas y las trayectorias reales y entre sus conceptos dice que: “mirar la trayectoria invita a redescubrir a la persona en el alumno, al alumno en su aula con un docente y tiempo determinado, al aula en una escuela, con un equipo directivo que a su vez es acompañado por un supervisor (…) Este concepto invita a pensar y sobre todo a actuar para promover la inclusión educativa y garantizar el ejercicio real y efectivo del derecho a la educación”[2] y, me pareció oportuno retomarlo porque enlaza con todo lo que venimos hablando, a lo cual yo le sumaría la necesaria incorporación de esos elementos que conforman los recorridos externos de esos estudiantes y de esas familias.

Recorridos que hacen que sus trayectorias sean miradas y contempladas hacia el interior de la escuela y en el afuera también, porque será en ese interjuego de variables que podremos analizar, cuestionar, problematizar en esa incesante búsqueda de respuestas de cara a la acción/intervención.

Allá por el 2016/2017 cuando vivíamos en otra “normalidad” y lejos estaría el actual escenario de pandemia que hoy interfiere en nuestros recorridos, recuerdo que los estudiantes de “primerito” tenían una salida educativa organizada por el área de educación física. A través de esta estrategia pedagógica, los niños y niñas tenían la posibilidad de acceder a un escenario que en muchos casos era desconocido y además permitía observancias, indagaciones además de la vivencia de compartir un espacio de socialización con pares y docentes. Así se propuso la salida a la Laguna de los Padres.

Esa tarde todo estaba dispuesto. El transporte escolar contratado (con muchísimo esfuerzo porque varias eran las familias que no podían abonarlo), los niños y niñas alistándose con sus mochilas, viandas y repelentes (cursábamos un fin de marzo caluroso), docentes designados para acompañar y supervisar y autorizaciones en mano. Tuvimos la gran suerte que todos los estudiantes concurrirían a la salida pero la sorpresa fue al ver la autorización de Mía que estaba en blanco. La niña estaba preparada para este recorrido tan esperado, tenía su gorrita para el sol, su bolso preparado y su vianda también pero faltaba la firma de su familia que autorizaba esa salida.

Sin dudarlo hablamos con el chofer del transporte para que aguardara hasta que pudiéramos resolver la situación. Subí a mi auto y me dirigí a su casa. Pero ésta no quedaba cerca de la escuela, por el contrario se ubicaba en una zona alejada, en los hornos de ladrillos. Con ayuda de algunos informantes que fui consultando por el camino llegué a destino, luego de atravesar un recorrido complicado que más tarde sería motivo de gran reflexión.

Sorteados los obstáculos y la desesperación, emprendí la vuelta a la escuela con la planilla firmada por la mamá de Mía. Recuerdo que en el camino de regreso filmé con mi celular el recorrido – que aún conservo- y en el que se ve hasta sentirlo en la propia piel el trayecto de cada niño, de cada niña, de cada familia que vive allí y que cada mañana o medio día realizan para llegar a su escuela.

Un recorrido este que…dice mucho.

Habla de distancia física, de anegamientos, de imposibilidades, cuando llueve sabemos que esas familias difícilmente puedan salir de sus casas…Pero también habla de esfuerzos, de voluntades, de sueños y de realidades.

Y la escuela, una vez más, está allí… Recibiendo esas familias que traen consigo kilómetros de recorridos diversos ávidos de ser aceptados y comprendidos para seguir construyendo trayectorias escolares con continuidad, con igualdad, con inclusión social.

Este 2020/2021 complejiza aún más nuestros recorridos pues hubo una irrupción en los mismos que atravesó nuestra vida por completo. No podemos dejar de referir el contexto crítico en el cual estamos inmersos, Simplemente mi intención  es invitarlos a entrar en diálogo con estas ideas, con estos pedacitos de experiencias, con esta mirada de un recorte de la inmensa realidad que habitamos, pero que nos permite iniciar un análisis y reflexión sobre aquello en lo cual operamos a partir de nuestra praxis.

Sigamos construyendo colectivamente recorridos que amparen, que alojen y que inviten a ser habitados por las infancias y juventudes de nuestras escuelas.

*Trabajadora Social y docente en nivel medio y superior.


[1] Niños, niñas y adolescentes

[2]1_Trayectorias-teoricas_y_reales.pdf (portaldelasescuelas.org)


El presente artículo refleja la opinión personal de su autora y no corresponde necesariamente a la línea editorial de Trama Educativa.

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