¿Y si nos atrevemos a jugar?

Por Laura Escanes

Profesora de Historia. Adscripta graduada de la Cátedra de Didáctica General e integrante del GEIE (Grupo de Extensión e Innovación Educativa) en sus proyectos de extensión e investigación.

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«Un maestro es alguien que ayuda a otro a encontrar lo que es”. Kohan, 2013, pp.83.

En la actualidad habitan nuestras aulas estudiantes muy diferentes a los del siglo XX para quienes se gestó, pensó y diseñó el sistema educativo que hoy los alberga. Tienen otras dudas, inquietudes, cuestionamientos, intereses y necesidades que como docente no debemos desoír en nuestra labor de acompañarlos a descubrir, como dice Kohan, quiénes son y desean ser.

Durante mucho tiempo se nos dijo que enseñar es transmitir conocimientos. Esta premisa considera que todos aprendemos de la misma forma, al mismo tiempo y con la misma actividad. Sin embargo, esto no es así; y este breve texto es una invitación a desmontar estas ideas. Considero pertinente, quizás urgente, atrevernos a crear nuevas estrategias de enseñanza que se relacionen más con las necesidades de nuestros  estudiantes del siglo XXI y con su característica heterogeneidad.

En este artículo propongo dos tareas: por un lado, establecer qué entendemos por estrategias de enseñanza; y por otro, reflexionar sobre cómo podemos adecuar nuestras propuestas de clase a los estudiantes actuales apoyándonos en prácticas de enseñanza atravesadas por el juego.

Los modos en que pensamos las clases y el sentido didáctico que le asignamos a las actividades, cada decisión que tomamos para compartir con nuestros alumnos y favorecer su proceso de aprendizaje son estrategias de enseñanza. Es decir, “son orientaciones generales acerca de cómo enseñar un contenido disciplinar considerando qué queremos que nuestros alumnos comprendan, por qué y para qué”. (Anijovich y Mora, 2009, p. 23). Las estrategias se concretan  a través de las actividades que los docentes les proponemos a nuestros alumnos y que éstos realizan. 

“Pensar las estrategias de enseñanza como un proceso reflexivo y dinámico implica adoptar una concepción espiralada. Desde esta concepción, asumimos que el aprendizaje es un proceso que ocurre en el tiempo, pero esto no significa que sea lineal, sino que tiene avances y retrocesos «(Anijovich y Mora, 2009, p. 24). Para definir cuáles serán las estrategias de enseñanza más adecuadas para cada situación áulica, además de las consideraciones acerca de los contenidos disciplinares y de las formas de presentarlos, es importante reflexionar sobre las características particulares de los estudiantes destinatarios de nuestra enseñanza. El rol docente y sus saberes se construyen y se modifican constantemente; es decir que las estrategias de enseñanza necesariamente deben ser situadas, considerar los distintos entramados y contemplar  las diversas problemáticas que se suscitan en cada contexto educativo.

¿Acaso ser docente no es invitar a conocer el mundo?

Es necesario pensar de manera estratégica cómo vamos a proponerles a nuestros estudiantes interactuar con su entorno. En estas páginas reivindico el juego como una estrategia de enseñanza que puede enriquecer nuestras prácticas de enseñanza en la escuela secundaria e invitar a nuestros  alumnos a conocer y leer el mundo en diversos lenguajes.

Si nos proponemos que los estudiantes tengan un papel más activo, creativo y autónomo en cada una de nuestras propuestas pedagógicas, entonces debemos generar estrategias de clases vivenciales y experienciales, que se adecúen a la diversidad de nuestros estudiantes y que les permitan potenciar sus múltiples capacidades mientras interactúan entre los nuevos significados que queremos enseñar y los ya conocidos por ellos.

Uno de los principales problemas de la educación tradicional, que consideran Acaso y Megias (2017), es la anulación del cuerpo como elemento de generación de conocimiento. Jugar implica necesariamente enseñar y aprender desde los pies hasta la cabeza.  Martha Cepeda (2017) indica que “el juego es una actividad natural, libre y espontánea, que actúa como elemento de equilibrio en cualquier edad porque tiene un carácter universal, pues atraviesa toda la existencia humana, que necesita de la lúdica en todo momento como parte esencial de su desarrollo armónico; la lúdica es una opción, una forma de ser, de estar frente a la vida y, en el contexto escolar, contribuye en la expresión, la creatividad, la interacción y el aprendizaje de niños jóvenes y adultos” (Barros y Calero, 2019, p. 15). En este sentido, considero que a partir de lo lúdico se puede generar una enseñanza compleja y reflexiva, que genere aprendizajes valiosos y perdurables.

El juego puede considerarse una estrategia propicia para la concreción de metas escolares específicas, y puede favorecer la generación de prácticas escolares alternativas. Como señala Ocaña (2009), la incorporación en el aula de estrategias lúdicas propicia una convivencia más amable, y se generan mayores interacciones entre los estudiantes y el docente. En estas propuestas de clase alternativas mediadas por lo lúdico, los estudiantes aprenden experimentando y divirtiéndose, pero sin perder de vista que cada elección que realizamos debe tener una finalidad y objetivo de aprendizaje específico.

Pensar en estrategias didácticas que nos permitan comprender al aula como un espacio donde hay lugar para la emoción, el movimiento y el juego implica innovar a la hora de pensar nuestras prácticas docentes, y esta decisión necesariamente requiere tomar ciertos riesgos. Me pregunto, ¿vale la pena arriesgarnos con estrategias de enseñanza que tiren por la borda las recetas de antaño de la escuela tradicional? ¡Claro que sí! “Enseñar es crear. Es invención, ingenio, innovación, gracia, y tenacidad” (Marina, 2014, p. 133): abrirnos a nuevos desafíos es imprescindible si queremos crear una enseñanza perdurable y significativa

Bibliografía:

ACASO, M. y MEGÍAS, C. (2017) Art Thinking. Cómo el arte puede transformar la educación. Madrid: Paidós Educación. 

ANIJOVICH, R. y MORA, S. (2009) Estrategias de Enseñanza. Otra mirada al quehacer en el aula. Buenos Aires: Aique. Cap. I 

BARROS, V. y CALERO, B. (2019).  “Los juegos en el aprendizaje de matemáticas en el nivel superior”. En: Espirales. Revista Multidisciplinaria de Investigación Científica, vol. 3 (núm. 27). Disponible en: https://www.redalyc.org/journal/5732/573263326012/html/

MARINA, J. A. (2014). La magia de leer. Barcelona: Penguin Random House. OCAÑA, O. (2009). Jugando También se aprende. Madrid: Didáctica.

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