Jugadores festejando en el Minella. Mundial 1978.

MinellaPor Melanie Mandagarán, Profesora en Historia

El deporte tiene la capacidad de movilizar a las personas y el fútbol es, tal vez, un claro referente de ello, como lo estamos evidenciando desde el 20 de noviembre cuando se dió inicio a la Copa Mundial de Fútbol que se celebra, en esta oportunidad, en Qatar. Como sucede en cada edición de este torneo las emociones de los pueblos del mundo, pero sobre todo del argentino, están a flor de piel. El entusiasmo y la esperanza por alzar la tan anhelada Copa sumado al miedo y a la incertidumbre, siempre presentes en toda competencia deportiva donde la suerte y el azar están a la orden del día, generan una energía especial en las sociedades, que se evidencia en alegría pero también en tristeza y enojo, según los triunfos y las derrotas de los equipos.  

Ahora bien, en cada nación la locura futbolera se vive de forma diferente y la pasión que genera el Mundial en Argentina es un fenómeno difícil de explicar y puede dejar atónito a toda aquella persona que lo vive por primera vez. En este punto solo una pregunta se me viene a la mente: ¿Cómo se le explica a una persona que desconoce el fervor local, que el país se paraliza en cada partido de la selección? Los niños no asisten a la escuela, muchos locales cierran antes del partido o abren posterior a él, y lo imposible parece posible: los argentinos olvidan toda diferencia ideológica y se unen como uno solo. Este último aspecto parece tan delirante como los ateos que en cada partido se vuelven vehementes creyentes de las cábalas que se convierten en un rito pagano al cual siguen rigurosamente. 

Este fervor mundialista, término que utilizan varios analistas, renace cada cuatros años como un ave fénix cuando comienza una nueva edición de la Copa en una nueva sede. En nuestro caso, Argentina tuvo la oportunidad de organizar el Mundial de 1978 y Mar del Plata fue una de las ciudades que participó de ese gran evento, y esta es una buena oportunidad para recordarlo.

Estadio José María Minella

Corría la década del setenta y Argentina estaba atravesando por uno de los periodos más negros de su historia. Aun así, la máxima competencia de fútbol masculino se desarrolló, como estaba previsto, en el mes de junio. Mar del Plata fue elegida, junto a Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Rosario, para ser las sedes del torneo. No obstante, la ciudad carecía de un estadio digno de un evento de semejante envergadura, puesto que el Estadio General San Martin, ubicado en Av. Champagnat y Alvarado1, no cumplía con las aspiraciones de los organizadores. Frente a esto, se construyó el célebre Mundialista cuyo nombre oficial es Estadio José María Minella, denominación impuesta en honor a un futbolista local.

Tablero del partido Mar del Plata vs Tandil, en el Estadio José María Minella

Emplazado sobre la Av. de las Olimpiadas al 700 y con capacidad para más de treinta mil personas, el Mundialista fue inaugurado en mayo de 1978 con un partido que enfrentó a La Feliz con la localidad vecina de Tandil. Pero su apertura oficial fue el 2 de junio con el debut de Italia vs Francia donde el primero ganó 2 a 1. Además de estos dos países, Austria, Brasil, España, Hungría y Suecia jugaron en el Minella, siendo el partido entre Francia y Hungría el más célebre puesto que el país galo usó las camisetas de un equipo local, Kimberley. Luego de la fase de grupos, el estadio no volvió a ser utilizado durante aquel Mundial pero pasó a ser el principal epicentro del fútbol local, función que ostenta hasta nuestros días. 

Si bien la principal función que le corresponde al Minella es la de ser el anfitrión de los principales partidos de fútbol, en ciertos momentos de su historia ha recibido a diversos artistas internacionales siendo, tal vez, el más recordado el concierto que la banda británica Queen brindó en marzo de 1981.

Flyer de la presentación de Queen en el Estadio José María Minella.

Este breve repaso por los principales acontecimientos que marcaron la historia del principal estadio de la ciudad estaría incompleto si no hacemos mención a la gran inundación que azotó a Mar del Plata a finales de febrero de 1992. Las crónicas de la época señalan que cayeron más de 200 milímetros de lluvia en catorce horas producto de una fuerte tormenta que provocó estragos y nos dejó una icónica imagen del Mundialista repleto de agua donde apenas se pueden ver los arcos.

El José María Minella repleto de agua por la inundación de 1992.

1 Fue demolido en los años noventa. Hoy en su lugar se encuentra emplazado un supermercado mayorista y solo se conserva el arco de una de sus entradas.

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