Por Silvina Rosignoli, Especialista en Tecnología Educativa, Licenciada en Educación, Profesora en Lengua y Literatura. Integrante del Grupo de Investigaciones en Didáctica, Educación y Transformaciones Culturales de la UNMDP.Docente en la UNaHur. Actualmente estoy investigando “Los dispositivos de formación de formadores para la integración de la IA Generativa en la enseñanza universitaria” en el marco de mi Tesis de Maestría en Tecnología Educativa de la UBA.
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“Cada segundo que pasa, nuestra época adquiere otra consistencia, otra textura; nada volverá a ser como antes. Y es necesario entender cómo hemos llegado a este punto para encontrar nuestro lugar en los diversos escenarios de futuro que se despliegan ante nuestros ojos y nuestras pantalla” (Carrión, 2023)[1].
La Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en tema de conversación en los últimos meses. En especial la IA Generativa (IAGen). Esto se debe a la masificación de los grandes modelos de lenguaje capaces de generar textos, imágenes, música o voces similares a las humanas. Si bien el más conocido es el ChatGPT de la empresa OpenAI, por haber sido el que abrió el juego y puso a disposición de manera gratuita su chatbot hace poco más de un año, no es el único. También están Copilot de Microsoft que se basa en el mismo modelo de lenguaje antes mencionado y que ya se ha integrado a nuestros escritorios o Gemini de Google que se integró al Workspace donde a diario trabajamos. Hay IAGen de texto como el ya mencionado ChatGPT o Claude, de imágenes como Dalle, Leonardo o Midjorney, de música como Suno o Udio, de videos como Runaway o Sora y varias de voz. También se ha integrado IA a buscadores académicos como Perplexity o Phind. No es necesario hacer un curso para aprender a usarlas ya que sus interfaces son sumamente amigables, accesibles y para empezar a crear con ellas lo único que se requiere es iniciar una conversación en lenguaje natural en cualquier idioma.
En el caso de las IAGEn de texto si necesitáramos alguna ayuda solo hay que pedirlo y la IA se encarga de explicar lo que puede hacer y cómo es la forma más adecuada de solicitar lo que uno necesita. Siempre son amables y, si accedemos mediante la aplicación móvil, como en el caso de ChatGPT, es posible conversar no solo mediante chat escrito sino también de voz e incluso se puede elegir qué tono de voz preferimos para que responda.
La ciencia ficción ha construido un imaginario respecto a nuestra relación con la IA a través de la literatura, el cine y las series. En algunos casos se presentan miradas distópicas como en Terminator o Black Mirror donde estas toman el control para someternos. Otras presentan miradas más utópicas como en El hombre bicentenario donde la convivencia con robots es armoniosa. Pero también está Her, una película del 2013 donde se cuenta la relación afectiva que se establece entre un humano y una inteligencia artificial, que vista desde nuestro presente se acerca a lo que muchos empiezan a sospechar posible. La IA, como otras tecnologías aporta mejoras en muchos aspectos pero, también, aparecen problemas nuevos que abordar, algo más cercano a una protopía (Kelly, 20112; Bielskyte, 2019)3 en plena co construcción.
Vivimos un tiempo en el que nuestra relación con máquinas que hablan, escriben o hacen música interpela no solo nuestra creatividad sino también la supuesta exclusividad de la inteligencia. ¿Somos los humanos los únicos seres inteligentes? La ciencia hace tiempo que da cuenta de otras inteligencias no humanas como la animal, vegetal, los hongos e incluso de los materiales4(Tripaldi, 2023). Así es que se torna necesario pensar desde la complejidad5(Morin, 1999) y para ello las miradas antropocéntricas y dualistas que oponen naturaleza/cultura, cultura/técnica, natural/artificial, analógico/digital, humano/máquina o sujeto/objeto han perdido vigencia. Necesitamos reconsiderar nuestra relación con otras formas de ser y estar en un mundo híbrido y amalgamado. Cuando se habla de IA se suele decir que no es inteligente, sin embargo ¿nos hemos puesto a pensar qué entendemos por inteligencia? Tal vez, como sugiere Yuk Hui (2020) sea el momento de “problematizar e incluso reinventar el concepto de inteligencia” y el de tecnología.6
La masificación de las IAGen está generando mucho debate en diferentes campos profesionales y la educación no es la excepción. No son pocas las ocasiones en las que algún colega manifiesta la sospecha de que sus estudiantes “hicieron el trabajo con el ChatGPT”. Están quienes apelan a los detectores de texto generados por IA para exponer su uso, lo cual, más que hablar mal de los estudiantes, da cuenta de un estado de situación que se replica con cada nueva tecnología que aparece. En los primeros años de la popularización del internet el problema era que se copiaban del Rincón del vago y luego de la Wikipedia. Lo que parece no cuestionarse son las prácticas de enseñanza y de evaluación que proponen actividades que pueden ser respondidas copiando y pegando, ya sea lo que está en algún sitio web o, ahora, generado por un chatbot. Entonces, como dice Mariana Maggio “el problema no es el chat”7(2023).
En este complejo contexto aparecen algunos interrogantes acerca de cómo empezamos a relacionarnos desde el campo educativo con una tecnología que para muchos ya es disruptiva. ¿Prohibir? ¿Pasar los trabajos por un detector de IA? Por un lado hay varios estudios que dan cuenta de que los detectores de texto generados por IA no son fiables lo cual podría llevar a cometer la injusticia de desacreditar el trabajo de nuestras/os estudiantes con argumentos basados en un software de IA, por otro lado ¿no sería una contradicción utilizar una IA como juez para desacreditar un trabajo supuestamente hecho con IA? Así es que aparecen dilemas y “desafíos éticos, estéticos, sociales, pedagógicos y didácticos”8 (Kap, 2024).
La enseñanza es una actividad en la que el diálogo y la conversación ocupan un lugar central. ¿Hemos conversado con nuestros estudiantes sobre la IAGen? ¿y sobre la integridad académica? ¿Mantenemos diálogos hacia el interior de nuestras instituciones con colegas sobre la IAGen? ¿Hemos conversado con el ChatGPT o el Copilot o Claude? ¿Hicimos la prueba de responder un correo electrónico de trabajo con Gemini? ¿Por qué no usar todas las tecnologías disponibles para hacer una producción académica? Cuando hablamos de trabajo en colaboración ¿deberíamos incluir en esa colaboración a la inteligencia artificial? ¿Si usamos el corrector ortográfico y gramatical del procesador de textos y no mencionamos su uso debemos exigir que se explicite el uso de ChatGPT o Claude para mejorar la redacción académica de un trabajo? ¿Qué mutaciones en el proceso de escritura y en el de lectura se producen a partir de la IAGen? ¿La inteligencia humana es artificial? Conversar implica escucharnos y que todas las voces se expresen para comprender(nos).
Estamos ante un fenómeno complejo y ante una oportunidad para problematizar y cuestionar muchas certezas sobre nuestra relación con la tecnología, con el entorno, con lo no humano y con nuestra propia humanidad. Es tiempo de conversaciones plurales entre inteligencias humanas y de éstas con las entidades tecnológicas. Si logramos corrernos del uso instrumental que pone el énfasis en las técnicas para hacer indicaciones o prompts efectivos o reducir nuestro lugar al de editores y verificadores de fuentes y usamos la imaginación podríamos co construir conocimiento pedagógico nuevo y original. Puede que la IAGen sea una oportunidad para el co diseño de experiencias de formación reflexivas, vívidas, problematizadoras, propositivas, donde las voces circulen y las corporeidades se entrelacen en conversaciones performativas de inteligencias en diálogo.
[1]Carrión, J. (2023) los campos electromagnéticos. Teorías y prácticas de la escritura artificial (p.20). Caja Negra
[2] Kelly, K. (2011): Protopia. Disponible en: https://kk.org/thetechnium/protopia.
[3] Bielskyte, M. (2017): Protopia Futures. https://medium.com/protopia-futures/protopia-futures-framework-f3c2a5d09a1e
[4]Tripaldi, L. (2023) Mentes paralelas. Caja Negra.
[5]Morin, E. (1999) Introducción al pensamiento complejo. Gedisa.
[6]Hui, Y. (2020) Sobre el límite de la Inteligencia Artificial. (p. 182) en Fragmentar el futuro. Caja Negra
[7]Maggio, M. (2023) Híbrida. (p. 13) Tilde Editora.
[8]Kap, M. (2024) Desafiando las fronteras de la enseñanza: un análisis crítico de la inteligencia artificial generativa en la educación. https://www.amidi.org/inteligencia-artificial-educacion/
El presente artículo refleja la opinión personal de su autor y no corresponde necesariamente a la línea editorial de Trama Educativa.