En Trama Educativa Radio hablamos con Débora Cosentino, docente y bibliotecaria, sobre Grooming, las distintas etapas que se atraviesan, cómo lo pueden detectar las familias y la manera de actuar en estos casos.
– ¿Qué es el grooming?
Explicado de una manera sencilla es el acoso sexual por parte de un adulto hacia un menor de edad -niño, niña o adolescente- utilizando entorno digital. Y ese entorno digital debe tener dos o más personas. Consta de varias etapas. Primero hay una etapa de acercamiento en la que el adulto genera un perfil falso en redes sociales o en juegos en línea que apunta a que el menor lo considere como un amigo o un par. Empieza hablando de las afinidades y parece tener los mismos gustos y preferencias que la víctima. Una vez que gana la confianza de la víctima comienza la etapa de fidelización. En la misma le realiza confesiones para que el menor haga la propio y tenga un grado de confianza mayor. Finalmente, la conversación toma un cariz de índole sexual. Allí el adulto le envía imágenes falsas, no son de él sino del menor que aparenta ser, y le empieza a pedir lo mismo a la chica o al chico. Cuando la víctima comienza a darse cuenta o algo no le cierra comienza una etapa de extorción. Lo amenaza con divulgar la foto que la víctima le haya enviado. Esta es la peor etapa porque la víctima está como acorralada, avergonzada. Siente que no lo puede compartir con nadie. Aparece la culpa cuando en realidad el único culpable es el adulto.
– En estas etapas, ¿hay algún señal de alerta para el entorno de la víctima?
Sí, los cambios de conducta. En definitiva se trata de un abuso sexual pero sin contacto físico. Es un abuso digital o virtual. A veces quieren llegar a un encuentro personal para lograr un abuso presencial. Otras veces lo que buscan es tener ese material para consumo propio o para comercializarlo en redes de pedofilia. A estas comunidades no se puede acceder fácilmente. Para ingresar a esas redes y permanecer hay que presentar material inédito. Por eso los abusadores están a la pesca de víctimas para obtener ese material. Lo que se puede detectar son los cambios de conducta que son similares a los que ocurren cuando alguien es abusado personalmente: insomnio o muchas horas de sueño, cambios en la alimentación, bajo rendimiento escolar, desinterés por todo lo que le interesaba hasta el momento, agresión e irritabilidad hacia los amigos o familiares, mucho nerviosismo al momento de recibir un mensaje en el dispositivo que usa el menor, ganas de encerrarse. Si son muy chicos suelen hacer dibujos que son hipersexualizados para la edad o maduración que tienen.
– ¿Qué deben hacer los familiares cuando notan estos cambios o logran descubrir lo que le sucede a la víctima?
Es difícil que lo descubran porque el menor siente que está en algo sucio y que él es también partícipe responsable. Como pasa con el abuso presencial. Es tal la manipulación que la víctima no se da cuenta que está siendo víctima. Lo que tienen que hacer los padres o los docentes en las escuelas si llegan a detectar algo es acercarse de manera respetuosa, sin juzgar. Tratar de escuchar lo que la víctima pueda o quiera contar. Quizás cuenta solo una parte. Acompañar. Es importante que los adultos nos informemos. Este no es un tema de tecnología, donde a veces uno siente que como adulto -por ser de otra generación- no puede ayudar. Es un asunto que tiene que ver con la ESI -educación sexual integral- y con la vulnerabilidad que tienen los chicos por estar tan expuestos en entornos digitales. Desde que comenzó la pandemia se incrementaron los casos de grooming en un 200% en nuestro país. En Argentina, en promedio, le damos el primer celular a los chicos cuando tienen 9 años. Pensamos que con eso ya está. se saben cuidar solos y no es así.
– ¿Cómo ves el rol de las instituciones educativas en estas situaciones?
Tanto las instituciones educativas como los adultos fuera de las escuelas deben hacer tres cosas básicas: informarse, dialogar y denunciar. Los colegios pueden ver al chico en el día a día. Por ejemplo lo del rendimiento escolar o el trato diferente con los pares lo van a notar enseguida. Habría que tratar de hablar con el alumno y con los padres. Además en algunas escuelas hay equipos de orientación escolar. Las charlas en las escuelas son muy útiles. Si uno no se puso a investigar sobre el tema o siente que no sabe puede convocar a instituciones, que son ONG, como Grooming Argentina o Argentina Cibersegura para que vengan a dar charlas a los colegios. A veces estos encuentros son disparadores de preguntas y situaciones que los chicos no las van a contar si sienten que no estamos interesados en el tema.
– En Argentina, ¿hay algún dispositivo donde se puedan denunciar estas situaciones?
Se puede llamar al 137 y Grooming Argentina tiene una aplicación que se puede bajar al celular, que se llama GAPP. Tiene un botón de color rojo que dice “denuncia”. Además allí hay noticias y estadísticas sobre la temática e información sobre cómo actuar.
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Está buenardo