En el Colegio Jesús Obrero, investigar no es un ejercicio accesorio, es una práctica que atraviesa a toda una comunidad educativa desde hace más de una década. En 2012, el profesor de Historia Pablo Melara impulsó una propuesta que con el tiempo se convertiría en el corazón pedagógico de la institución: un proyecto de investigación escolar que culmina, año tras año, con la publicación de un libro producido íntegramente por estudiantes de sexto año.

Lo que comenzó como una apuesta artesanal, dar herramientas metodológicas básicas, introducirlos en la escritura académica y preparar a quienes continuaran estudios superiores, terminó abriendo un camino propio. Las primeras investigaciones se apoyaron en la historia oral, un enfoque que rápidamente reveló su potencia: Las entrevistas generaban una emocionalidad que los acercaba muchísimo a sus propios trabajos”, recordó Melara. Desde entonces, la elección autónoma de los temas y el vínculo con las fuentes primarias se volvieron marcas identitarias del proyecto.

Cada libro se organiza a partir de un eje que atraviesa a todas las producciones: Mar del Plata. Desde allí, los estudiantes despliegan sus propios intereses. “Elegí un tema personal, algo que quería descubrir desde lo que ya sabía y desde lo que no”, cuenta Mateo, uno de los alumnos. La flexibilidad temática convive con una exigencia clara, solo aquellos quienes alcanzan un nueve o diez en su trabajo final integran la publicación. Aún así, la motivación empuja más que la nota. “Muchos ya habían aprobado con siete, pero querían estar en el libro igual”, agregó el docente.

El proceso de trabajo combina entrevistas, visitas guiadas, búsqueda de fuentes secundarias y análisis de archivo. La escritura se sostiene, inevitablemente, entre frustraciones y avances. Cada capítulo pasa por al menos diez correcciones. Es parte del aprendizaje: entender que una investigación se construye también desde el error”, subrayó Melara. Para los estudiantes, ese trayecto es central, los enfrenta a la hoja en blanco, a los desacuerdos dentro del grupo, a la necesidad de reescribir y, sobre todo, a descubrir su propia voz.

La publicación del libro, maquetado por la Universidad Teológica y editado desde hace años por MB Ediciones de Miramar, se sostiene incluso en contextos adversos. En 2020, en plena pandemia, el proyecto siguió adelante. Hoy incluye talleres de metodología en quinto año y un equipo docente ampliado, donde incluso participan ex alumnas que fueron parte de las primeras cohortes investigadoras.

Esa continuidad permitió que el trabajo trascendiera las paredes del colegio. Las y los estudiantes presentan sus producciones en congresos de historia, jornadas universitarias y espacios académicos de la ciudad. Algunas experiencias, como la de Luisina Paloma, quien convirtió el proyecto en su tesis universitaria, terminaron de confirmar la potencia formativa de una propuesta que, sin buscarlo, dejó huella en su paso por la educación superior.

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