Breve reflexión sobre el día que el aula salió a la calle

Por José Kersner, estudiante de la Lic. en Ciencia Política de la UNMdP

Decía Ernest Renan, que la unidad de una nación se define y se construye a partir del culto hacia un pasado heroico en común. La veneración hacia los símbolos patrios y hacia los grandes próceres que han pisado nuestra tierra. El relato de los mitos compartidos, las batallas ganadas y los sacrificios realizados. Este es el capital social que moldea y conforma la idea nacional, la cultura pública identitaria.

                El martes 23 de abril tuvo lugar la Marcha Federal Universitaria, en respuesta a las políticas de ajuste y recorte del presupuesto universitario por parte del gobierno de Javier Milei. El mensaje del oficialismo para explicar el recorte es, en primer lugar, que hay que reducir el gasto público para “ordenar la caja del país”. En segundo lugar, porque el sistema universitario se ha transformado en una “central de curros”, donde hay muchos beneficiados que lucran gracias a ciertas afinidades políticas. Y, por último, el gobierno plantea que en la educación universitaria argentina hay un constante adoctrinamiento por parte de los profesores y las autoridades hacia los estudiantes. El presidente ha mencionado que la universidad “ha hecho muchísimo daño lavando el cerebro de la gente”. Estos recurrentes dichos por parte de Milei, dejan sospechar que el salvaje ajuste contra la universidad pública no es completamente una mera decisión sobre política económica (aunque ante una situación de déficit fiscal, recortarle el presupuesto a la educación no tiene nada de audacia), sino que significa la persecución contra todo aquello que ponga en jaque el establecimiento del sistema neoliberal. Las recurrentes humillaciones que Milei intenta dar a la educación no son solo slogans, son su plataforma política.

                Argentina goza de una larga historia, acompañadas de grandes costumbres y tradiciones. Retomando a Renan, uno de los principales hitos en la historia argentina, que nos identifica ante otro país en el mundo como nación es la educación pública, gratuita y de calidad. Durante la presidencia de Roca, los liberales promulgaron la Ley 1420, que establecía la educación primaria común, gratuita y obligatoria. Nacía la educación como un derecho. En el 1918, luego de las huelgas estudiantiles, el gobierno de Hipólito Yrigoyen logró la Reforma Universitaria. Y treinta y un años después, Perón eliminó los aranceles universitarios, convirtiéndola en gratuita. Por lo tanto, la educación ha trascendido a las ideologías y partidismos argentinos. Es una de las más grandes banderas de la unidad nacional, y su desfinanciamiento atenta contra los valores que conforman la nación.

                En mis años de vida, el primer y último recuerdo de vivir un hecho donde casi el total de la población, por no decir el total, se ha reunido en las calles fueron los festejos por la consagración de la selección de fútbol en el Mundial de Qatar 2022. El 23 de abril lo viví por segunda vez. No flameaba la bandera de un solo partido político, estaba la sociedad en su totalidad y esencia. Aquí radica la identidad de la Marcha Federal Universitaria. Fue la respuesta colectiva de una sociedad que se impuso ante su composición cada vez más fragmentada consecuente del capitalismo neoliberal. La lucha popular ha vencido las aspiraciones individuales, como decía un cartel en la marcha.

                Renan completa su teoría explicando que la nación es un plebiscito cotidiano. Es decir, aquellas glorias del pasado se completan con la voluntad comunitaria de querer replicarlas y defenderlas en el presente. O sea, la nación es un artefacto en disputa, una construcción activa. Esta es la definición de la marcha del pasado martes. Sin embargo, una mínima parte de la población, estudiantes incluidos, dicen defender la causa, pero no apoyar la marcha porque esta politizada. Yo les digo que definitivamente es política, porque la universidad pública define el modelo de sociedad en que queremos vivir. Porque la meritocracia descansa allí, donde todos tengan las mismas posibilidades para progresar, donde exista la movilidad social ascendente. Y para eso la educación no puede ser un servicio ni un privilegio, debe ser un derecho.

                El 24 de abril, día posterior a la marcha, el partido Unión por la Patria convocó a una sesión en Diputados para tratar el financiamiento. Sin embargo, haciendo caso omiso al reclamo popular, de los 129 diputados necesarios para iniciar la sesión, solo se presentaron 124. Es decir, no hubo quorum.

                Que sepa el gobierno y los diferentes partidos políticos que se han negado a tratar el tema, que al pueblo nunca le arderán los callos de tanto caminar, y que nunca dejará de pelear por la universidad pública, gratuita y de calidad.


El presente artículo refleja la opinión personal de su autor y no corresponde necesariamente a la línea editorial de Trama Educativa.

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