Entrevista realizada a la Directora de la Escuela Secundaria N°33, Claudia Luengo, a la Bibliotecaria Silvina Molina y Marisol Mendoza, integrante del equipo de orientación. Nos contaron sobre el funcionamiento del Comité Barrial de Emergencia de la Escuela con las comunidades de los Barrios Cerrito Sur, Juramento y San Martín

 

— ¿Cómo se conformó este comité barrial de emergencia en esa zona de Mar del Plata?

Claudia: Ante el aislamiento obligatorio que se dispuso llegábamos cada 15 días con bolsas de comida que nos manda la provincia para repartirle a los chicos, pero esta demanda se iba duplicando semanalmente porque la comunidad del barrio donde está inmersa la escuela es gente que trabaja en las plantas procesadores de pescado, en changas y demás. Es una comunidad que no tiene capacidad ni posibilidad de ahorro, viven el día a día y ante este aislamiento la situación se empezó a complicar.

Además de los chicos que tenemos siempre, aumentó la necesidad no solo del estudiante sino también de toda la familia y de otras familias que no pertenecen a la escuela pero son del barrio. Ante esta situación me empecé a comunicar con otras directoras de la zona y comenzamos a charlar, ahí nos enteramos que ya existían estos comités barriales de emergencia. Entonces decidimos reunirnos hace tres semanas atrás, se acoplaron las escuelas municipales del barrio y los merenderos y comedores de la zona. La idea fue juntar lo que tenemos entre todos para llegar a más cantidad de familias.

Para organizarnos hicimos el plano de los barrios, las escuelas están cocinando el almuerzo y los merenderos se organizaron y les dieron 2 litros de leche y algo más para acompañar, la idea es que los chicos vayan a retirarlo, no que se queden a comer en la escuela y se moviliza solo una persona de la familia. Después hay dos comederos comunitarios que dan las viandas para cenar. De esta forma tenemos cubierto lunes a viernes las necesidades de todos en almuerzo, merienda y cena. 

— ¿Cómo ves la realidad en medio de esta cuarentena, en comparación a como se venía trabajando desde la escuela en tiempos de normalidad?

Marisol: En realidad creo que esto es una oportunidad para transformar a nivel pedagógico las practicas cotidianas que teníamos, de alguna manera nos obligó a repensar todo, a recrear el espacio del aula físico en un aula virtual en nuestras casas. A partir de ahí pensar cómo les podían llegar las actividades porque no todos tienen medios tecnológicos, a veces tienen uno solo para toda la familia o quizás tienen el medio tecnológico pero no cuentan con internet. Todo esto había que trasladarlo a los docentes porque no todos comprendían por qué las actividades no se podían devolver a tiempo, se mezclaban muchas situaciones de cambio a las que tenían que adaptarse. Como les decíamos  a los profesores, sino hay herramientas personales para acceder a ese cambio, hay que crearlas.

En este cambio nos acompañamos mucho como equipo de docente, de manera muy horizontal, acompañándonos en cada una de las situaciones que surgen. También en esto de ver de qué formas se daban las actividades porque la idea es primero priorizar el vinculo y después lo pedagógico. Este momento es de acompañarnos, de sostenernos como institución y como comunidad. Crear redes institucionales en el barrio es muy importante para nosotros porque nos permite poder unificarnos, poder acompañar a las familias desde otro lugar.

Desde los equipos y desde las escuelas nos es muy difícil poder trabajar esto porque no estamos cara a cara, la contención de parte nuestra es vía telefónica, no se puede hacer comunicación por otros medios porque genera mucho gasto de internet. En otros casos donde no sabemos nada tenemos que ir al domicilio.

— ¿Cómo pensás que está la ayuda a nivel municipal con respecto al funcionamiento de este nuevo comité.

Silvia: Las escuelas municipales no estaban recibiendo ni dando las bolsas de alimento entonces eso generó en el barrio esta necesidad alimenticia la cual fuimos viendo con el pasar del tiempo. En la primera quincena cuando nos mandaron las bolsas de alimento vimos que era poca gente pero después se fue sumando mucha mas. Y cuando tuvimos que hacer un control de los alumnos que recibían la bolsa veíamos que había gente que no pertenecía a nuestra comunidad, pero si al barrio, que igualmente estaban necesitando de alimento. Entonces estamos viendo que la municipalidad no está participando, las escuelas municipales están tratando de hacer las cosas pero no los dejan porque tienen alimentos secos y no se los pueden dar a las familias que lo necesitan.

— ¿Cuál es la respuesta de los vecinos y las vecinas?

Claudia: Nosotros lo que hacemos es solicitar colaboración a todo el que pueda, juntamos las donaciones en la escuela y los días miércoles se reparten de acuerdo a la necesidad de cada espacio y dependiendo de la cantidad de cupos. Nosotros hicimos un relevamiento de cupos y son 2800 personas que están comiendo todos los días gracias a estos espacios. Estamos agradecidos con lo que manda la provincia, era lo que siempre nos sirvió para nuestra comunidad educativa, pero ahora la demanda es mayor. Con respecto a las escuelas municipales, las escuelas tuvieron que hacer un relevamiento de las familias más necesitadas para elevarlo a desarrollo social y ellos se están organizando para acercar el alimento a esas familias. Todo esto lleva un tiempo de organización pero mientras tanto el hambre no espera.

— ¿Cómo creen que va a ser la vuelta a la normalidad en materia laboral?

Claudia: Nosotros conversamos con los papás de los chicos y ellos quieren volver a trabajar, entre el aislamiento y un trabajo, ellos se quieren ir a trabajar, necesitan tener su dinero diario, no es que les guste ir a pedir algo para comer. Apareció un señor que cuando le preguntamos a qué año iba su hijo nos inventó todo y cuándo le dijimos que su hijo no estaba en la lista, se enojó. A mi me mandan los cupos para los nenes de la escuela, entonces si yo le estoy dando una bolsa a este señor que no es de la escuela, dejo a un estudiante sin la mercadería. Nosotros no tendríamos que estar ocupándonos de esta cuestión, no de esta forma, teniendo que decidir.

El aislamiento en el barrio es social, la otra vez vi a unos cuantos chicos sentados contra el paredón de la plaza, alumnos nuestros, pero me dicen que estaban ahí porque tenían acceso a internet y estaban haciendo la tarea, porque ahí contra el paredón de la escuela tienen conectividad. Hay que tener en cuenta que es muy distinto el aislamiento que hacemos nosotros que el que hacen ellos, yo abro la heladera y tengo comida, tengo otras posibilidades, hay cosas por las que no me tengo que preocupar y ellos si. Eso genera violencia, aunque no exista violencia intrafamiliar, es violento que los papás tengan que decirles a los chicos que no tienen que comer y que ese día tienen que ir a buscar una vianda al comedor escolar. Entonces lo que tratamos es suavizar esas cosas.

 

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