-Primero queríamos consultarles sobre qué es el proyecto de extensión e investigación que están desarrollando en la Universidad FASTA

María: Hace ya más de 12 años que estamos trabajando en esto y sobre la prevención y el cuidado, con todo lo que implica el vículo con otros a través de las redes sociales y através del mundo virtual. Hay aspectos centrales que tienen que ver con el poder construir recursos que ayuden a los adultos responsables y que están al cuidado de niños y adolescentes de algunos conceptos sobre cómo convivimos con otros en la virtualidad y que cuidados tengo que tener frente a estas situaciones. Nos gusta llamarlos «vínculos tecnomediados».

-No está muy regulada la situación, ¿existe un gris? Es decir, ¿dónde me amparo? Sobre todo para los padres si quieren reclamar

María: Trabajar sobre la ciudadanía digital es gran desafío. ¿Cuáles son nuestros derechos y responsabilidades ahí? Porque también tiene que ver con cómo nos sociabilizamos con otras personas en el mundo digital. Hay algunas reglamentaciones que si están: en muchas de las aplicaciones hay un límite de edad y hay un reglamento que a veces aceptamos sin leer. Frente a todos estos comportamientos ahora Viviana nos va a relatar.

Viviana: Hoy tenemos un conviviencia familiar atravesada por lo digital. Si yo estoy con un mate en el comedor, mi hija probablemente esté en su cuarto encerrada con lo digital. Y el gran problema que tenemos es que, cuando vamos a la escuela, con las mismas alumnas de la universidad a hacer los talleres, nos encontramos con que todos tienen Facebook, todos tienen Instagram y son todos menores de edad. Entonces, la posibilidad de dar un documento falso y una identidad falsa, te habilita a entrar al sistema tecnológico. Por eso nosotros hablamos no solo de una identidad física, sino también una digital, que va dejando huellas: cuando likeas, cuando subis una foto o cuando participamos con el otro. Y esas huellas digitales nos pueden traer inconvenientes cuando participamos de páginas que no nos corresponden.

-Según la investigación que han hecho, ¿desde que edad comienzan los jóvenes a tener estas apuestas o juegos que los lleve a un consumo problemático?

Viviana: En la primaria, generalmente. Hay alumnos en escuelas donde nos contactamos que tiene cuentas desde quinto o sexto año de primaria o incluso billeteras virtuales. Entonces, muchas veces, utilizan a otros compañeros como cajeros, y si ellos no apuestan directamente, apuestan a través de sus compañeros o de un par o de otros de secundaria. Hay que tener mucho cuidado con eso porque es algo como agua, se escapa y hoy en la primaria el juego es central.

-¿Y a qué plataformas digitales acceden o formatos?

María: si hablamos del juego en sí, es necesario para constituirnos como personas. Y es necesario en las diferentes etapas de la vida. El problema es cuando hablamos de un juego que se escapa de lo que tiene que ver con el disfrute o lo constitutivo o creativo. Y lo que puede provenir del ambiente de ese juego. Hoy el juego no es el problema, sino que es en línea y lo que se puede generar en estos chats o conversaciones de gente que no conocen o que se presentan con otra identidad, diciendo que son otras personas y lo que están buscando no es solo jugar, sino llegar a conseguir otros datos para extorsionar o buscar otro tipo de relación. Hay páginas de juego que involucran apuestas que son oficiales, que se están normalizando y se está tratando de tener un poco más de control, a los cuales los menores de edad no podrían acceder.

El único registro que existe hoy en día es un único botón que uno tiene que apretar que dice «soy mayor de 18» y eso ya acredita la posibilidad. Así que son estas aplicaciones oficiales que salen publicitadas en las camisetas de los partidos de futbol o en los entretiempos de los partidos en un montón de publicidades que los stremers y youtubers promocionan. Y después están las no oficiales que también existen. Más allá de la tentación y de la oferta, más allá de apostar por Argentina o tu equipo y ganar dinero fácil, les otorgan créditos para que sin invertir plata puedan hacer las apuestas. El tema es las consecuencias que esto tiene, porque si a un adulto como nosotros, nos costaría controlar una adicción, imaginemos esto en chicos de diez u once años, donde todavía no se han internalizado un montón de recursos que son necesarios para tener el control. Y hoy no necesito ir físicamente a un casino o a un bingo, se puede hacer desde casa.

-Y respecto a padres y madres, tal vez ellos no dominan la tecnología como si los chicos y las chicas, ¿Cómo hacen para controlar eso?

Viviana: Hay síntomas. Nosotras lo trabajamos desde el uso del semáforo. A ver, el verde, el amarillo o el rojo, en el uso del juego. A todos nos gusta jugar por la competencia en sí, pero es el uso del juego no tran frecuente y que no pasa nada si ganamos o perdemos. El tema es cuando el juego te quita tus espacios, no solo en tiempo, sino que dejas de hacer lo que te gusta para jugar: acá se convierte en el rojo que es la adicción. Y el juego en sí tiene la función de poder ver día y noche, dónde vas a apostar, qué vas a apostar y a dónde vas a apostar. En lo deportivo, en sí, hay testimonios que comentan que pasan toda la noche mirando, por ejemplo, rugby y van viendo las apuestas a ver si ese partido gana. Y vos como papá o como mamá es importante que pregunten, que haya diálogo, que puedan verbalizar con sus hijos lo que otros hacen, y ver si lo hace su hijo o es el otro; el abrir el juego al diálogo.

Maria: Las cosas que pasan en la virtualidad son reales y tienen efectos en las emociones y en la personalidad. Y como familia o persona a cargo, podemos estar atentos a eso, debemos estar atentos a eso. Como comentabas recién, como adultos capaz no somos tan hábiles con la tecnología, pero nuestras funciones maternas y paternas las tenemos y hay que seguir desarrollandolas. Tenemos una falsa sensación de seguridad de que si están con nosotros físicamente entonces no les va a faltar nada y eso no es verdad. Y lo que tenemos que saber es que hay riesgos a los que ellos están expuestos a través de un celular. Así que si vemos que altera sus rutinas, que no quiere comer o no quiere salir con los amigos, que pasa mucho tiempo conectado y no sabemos a qué, que hay cambios de humor: algo le está pasando. Puede ser una adicción como cualquier droga.

-¿Y a qué profesional recurrimos? Cuando el jóven tiene este problema y lo admite, a muchos padres les cuesta admitir que se les escapo de las manos, cosa que puede suceder con la tecnología. ¿Qué tienen que hacer los padres?

María: Hay que buscar ayuda y saber que, a veces, uno como papá tampoco tiene las respuestas para todo. Es decir, no entiende que le pasa pero no lo ve bien y puede recurrir a un profesional de confianza, por médico o psicólogo o pedagogo que lo ayude. Viviana comentaba que si está se detecta en el ámbito escolar, que pasa mucho, hay un equipo en la mayoría de los colegios al cual se puede acudir. Y digamos, ponerlo en palabras, no ocultarlo. Capaz que el chico está transitando una crisis y necesita que alguien lo vea y lo escuche.

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