no-entienden-lo-que-leen

Por Marcela Esperón
Lic. en Psicología, UBA
Prof. en Enseñanza Media y Superior en Psicología, UBA
Especialista en Gestión y Conducción Educativa, FLACSO

Me pregunto en estos días si este proyecto no es un pretexto, si el proyecto verídico no es la propia red que es un modo de ser.
Fernand Deligny.

La “etiqueta” que dice que los alumnos no entienden lo que leen es tan real como obturadora de caminos que, en parte, intenten mejorar este asunto. Muchas veces los chicos llegan a la escuela secundaria sin poder comprender consignas simples. La culpa se pone en la escuela primaria, pero no se tienen en cuenta problemas sociales tales como la pobreza estructural, los planes de estudio, las redes sociales, la “ausencia” de la familia en algunos casos y, en otros, familias que no tienen costumbre de leer o no estimulan a sus hijos a que lo hagan.

Que no comprendan va dificultando el camino hacia una buena inserción laboral o un buen pasaje por el nivel superior. Esta no comprensión hace que los alumnos pierdan parte del presente porque los deja en los bordes del mundo cotidiano con el que tendrían que poder interactuar de mejor manera. Vivimos en un mundo complejo que necesita varias lecturas posibles para entender de qué se trata. Lecturas que nos permiten no ser engañados fácilmente por algoritmos, publicidades y dirigentes políticos. Comprender implica poder abrir un panorama, hacer una síntesis, comparar, sacar conclusiones, entre otras cosas. Si algo no se comprende, aunque fuera bueno, se lo deja de lado; se lo desconoce.

Más allá de las estadísticas que son muy útiles, y de los diferentes momentos históricos, notamos que desde hace varios años ocurre esta cuestión que no parecería intentar modificarse desde los niveles correspondientes. La escuela aparece como la única responsable, pero todos sabemos que no lo es; tiene parte de responsabilidad, pero no la más importante. Sin embargo, resulta sencillo cargarla de culpas al igual que a los docentes. No se puede pedir a la escuela ni a los maestros que resuelvan solos aquello que forma parte de un sistema complejo. Sistema del que forman parte, pero que no dominan en su totalidad. Muchos docentes en soledad hacen un gran esfuerzo para que los chicos comprendan lo que leen, pero es un esfuerzo desgastante. El mismo tiene que ser asumido por todos los actores docentes y por quienes no lo son, pero forman parte del entramado que es responsable de esta cuestión. El maestro en soledad es un equilibrista que se sostiene utilizando distintos puntos de apoyo que, en algunos casos, dan resultado con algún grupo, pero no solucionan el problema en su totalidad. Tanto esfuerzo desgasta y agota.

Como decíamos, la complejidad debe ser abordada por quienes ejercen cargos políticos para modificar cuestiones sociales, por los docentes, el compromiso familiar y el Sistema Educativo con sus autoridades correspondientes. Más allá de ello, y hasta que estos diferentes actores trabajen para mejorar esta problemática, resultaría interesante que los maestros y profesores no trabajaran solos, sino junto a otro colega. Se pueden pensar diferentes estrategias adecuadas a cada escuela, porque cada territorio tiene sus especificidades.

Hay escuelas donde resulta más sencillo trabajar con las familias, hay otras en las que no participan. Hay alumnos que tienen tecnología en su hogar; otros no. Respetando las diferencias, pensar la comprensión lectora por fuera del ámbito de Prácticas del Lenguaje, permite distribuir la problemática para que sea abordada por maestros y profesores de distintas disciplinas. En cualquier materia podrían leer consignas simples, y hasta elaborarlas en grupos. Pedirles que traten de explicar a otros qué entienden de lo que se les pide y cómo podrían ayudar a otros compañeros a superar las dificultades de lo solicitado en las consignas. Estamos hablando de metacognición y de andamiaje. Que los alumnos puedan comprender cómo aprenden, qué aprenden y transmitírselo a otros.

Si bien es cierto que hay ciertos contenidos que enseñar, no es necesario hacerlo a velocidad, y dedicar un tiempo a que puedan apropiarse de las consignas. La forma en la que les presentamos la ejercitación en las evaluaciones puede ser favorecedora para trabajar la metacognición. Hay muchas formas creativas que cada profe puede utilizar para producir una pequeña modificación en esta problemática que es favorecedora para los alumnos, pero también para los docentes.

Conversando con maestros muchas veces cuentan lo frustrante que les resulta el poco avance en la comprensión lectora. La frustración atenta contra la salud mental y, hoy más que nunca, cada trabajador de la educación tiene que cuidarse para enfrentar un mundo tan desafiante como cambiante. No se trata aquí de” tips”, sino de pensar junto a otros, de intentar repartir el peso de algo que recae sobre los hombros de los docentes aunque sea algo que los exceda.

Compartir experiencias positivas sobre esta temática disminuye la presión y, tal vez, pueda ser un camino posible en cada curso y en cada escuela; hacer un intento colectivo para que algo resulte mejor. El resto de la problemática tiene que ser asumida por la otra parte del engranaje responsable de la misma. No es suficiente con repetir “no entienden lo que leen”, sino de hacerse cargo de lo que corresponde para que esa etiqueta no quede como una palabra vacía o una estadística que se repite en casi todas partes.


El presente artículo refleja la opinión personal de su autora y no corresponde necesariamente a la línea editorial de Trama Educativa.

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