Por Marcela Esperón
Docente y Licenciada en Psicología
Ig @marcelaesperon

Ilustración:
Delfina Lucia Rey
Docente y Artista plástica
@delfina.lucia.rey

Tejer requiere de una cierta habilidad manual y mental. No se trata de realizar movimientos mecánicos y rutinarios que obedecen a las manos. Ellas son guiadas por algún orden de pensamiento, de idea de aquello que se quiere lograr. Se trata de las manos en conexión con nuestra mente y, en la mayoría de los casos, con nuestro corazón. El oficio de tejer necesita de otros elementos como lana y agujas; cosas imprescindibles para el propósito de quien teje.

El trabajo del maestro se asemeja al trabajo de los tejedores. Se trata de, al igual que en el tejido, de hacer lazo, de establecer vínculos, de conectar. Es una continuidad, un entramado que sostiene a los estudiantes; los invita a formar parte de una trama que les permite un doble movimiento: formar parte de un grupo y recortarse como sujetos únicos. En este movimiento que se produce en simultáneo, se abre la posibilidad de que se puedan reconocer como parte de una clase sin perder la individualidad. Se trata de crear/tejer un lugar diferenciado y especial con respecto al mundo exterior por el que transitan habitualmente. Lugar que es mucho más allá de un espacio físico: el aula. Se trata de un alojamiento posible para quieres forman parte de una clase.

El tejido que el maestro, el profesor va realizando, abriga, contiene y sostiene. A su vez, permite desplegar potencialidades y crecer. Durante la labor de tejido, muchas veces se arman nudos que, manos expertas, logran desarmar. Cierta habilidad personal se requiere para esta tarea. Una habilidad similar a la que tiene que apelar un maestro frente aquello que hace tope, que incomoda. Más allá del saber disciplinar y de la formación docente, esta habilidad minuciosa, constante de quien teje, es necesaria para afrontar lo que se presenta como obstáculo. Se trata aquí de una labor artesanal que exige destreza y paciencia.

La tarea docente en muchas oportunidades presenta escenas difíciles de resolver y, como el artesano del tejido, tiene que destejer, deshacer aquello que no resultó como esperaba. Esta escena deja al desnudo que lo planeado, lo pensado nos devuelve algo diferente a lo que imaginábamos al planificar. Nos muestra la contingencia que es aquella que puede modificar nuestros planes. En los Institutos de Formación Docente hablamos de prácticas reflexivas que acompañan nuestro transitar por el territorio. Reflexionar con otros actúa como soporte para pensar sobre lo que hemos tejido, en aquello que va bien y en aquello que nos presenta dificultades.

Pensar la tarea docente al modo de la persona que teje, es decir, como algo artesanal, acotado, no es desconocer la complejidad de la escuela. Se trata de intentar no dar respuesta a todo. El todo en este caso podría pensarse como: alumnos, directivos, salarios, problemas edilicios, docentes, auxiliares. Cuando algos se nos aparece como un “todo”, una potencia tan grande que es como un bloque compacto, genera temor y, en muchas oportunidades, inmovilidad. No se trata de desconocer lo complejo sino de privilegiar aquello que queda en nuestras manos tejedoras. Pensar en lo chiquito, mínimo, permite visibilizar aquello que queda oculto en el todo, seleccionar mejores maniobras; pensarnos más cercanos en relación a nuestros alumnos. Permite también sabernos parte de ese tejido que con amorosidad fuimos realizando. Permite vivenciarnos como hacedores de un trabajo que no se basa en certezas absolutas y nos habilita a transitar el aula poniendo entre paréntesis el engranaje escolar. Ese engranaje que solo espera resultados. No se trata de desconocer que ciertos resultados son necesarios y esperables, pero alumnos y docentes excedemos ese encasillamiento.

Revalorizar la riqueza del trabajo artesanal que cada docente realiza, es registrar todo lo rico que ocurre en el territorio, es visibilizar los vínculos que se producen entre cada docente con sus alumnos.


El presente artículo refleja la opinión personal de su autora y no corresponde necesariamente a la línea editorial de Trama Educativa.

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