En el marco del Día Nacional de la Libertad Latinoamericana dialogamos con Maximiliano Gallo licenciado, profesor y magíster en Historia.
Güemes es, quizás, uno de los próceres menos conocidos del calendario, a pesar de haber sido una figura central en la lucha por la independencia. “Si paramos a alguien en la calle y le preguntamos por qué es feriado, probablemente no lo sepa”, planteó Gallo, y no como una anécdota menor. La escasa presencia de Güemes en el imaginario nacional responde, en parte, a que su liderazgo popular incomodó a las élites de su tiempo y también a las lecturas posteriores. Mientras San Martín y Belgrano fueron institucionalizados rápidamente como figuras intachables, Güemes, que organizó milicias con sectores populares y que impuso contribuciones a los sectores acomodados para sostener la defensa en el norte, fue relegado durante décadas a una memoria parcial, recortada.
Desde 1814, lideró una estrategia de defensa en la frontera norte con una lógica distinta a la de los ejércitos regulares: al frente de gauchos, campesinos, criollos y mestizos, detuvo el avance de las tropas realistas que bajaban desde el Alto Perú. Lo hizo con recursos limitados, pero con una profunda convicción revolucionaria. Para poder sostener esa resistencia, tomó decisiones que lo alejaron de los sectores de poder: eximió del pago de arriendos a los soldados, les otorgó fueros militares, reorganizó las prioridades económicas de la provincia y empujó a las clases altas a involucrarse, aunque fuera a la fuerza, en el sostenimiento de la guerra.
A esa construcción tradicional también le faltaron las mujeres. La revolución, como bien señaló Gallo, no fue protagonizada sólo por nombres propios masculinos. En la lucha de Güemes y en los distintos sucesos que surgieron luego de la revolución, las mujeres cumplieron roles clave: como proveedoras, como transmisoras de información e incluso como mediadoras políticas. La figura de Macacha Güemes, hermana del general, es un ejemplo de ello. Fue pieza fundamental en la diplomacia revolucionaria y en la firma del Pacto de los Cerrillos, negociando entre facciones enfrentadas. Sin embargo, su nombre, como el de muchas otras, aún no figura en los manuales con la visibilidad que merece.
Desde la Facultad de Humanidades, Gallo explica que en la cátedra de Historia Argentina buscan poner el foco en los procesos sociales antes que en los próceres. “No hay una clase sobre Güemes, una sobre Belgrano y una sobre San Martín. Eso sería inabarcable. Pero sus trayectorias nos sirven para pensar los conflictos de cada etapa y el rol de los distintos sectores sociales”, sostuvo. Así, la historia se vuelve una herramienta para leer el presente, para incomodar y para disputar sentidos.
Y en ese sentido, no sorprende que las representaciones actuales sobre los próceres sean también un campo de disputa. Ante la consulta sobre cómo cree que un gobierno con perspectiva liberal podría representar a Güemes, Gallo es claro: probablemente mostrarían al joven militar, pero no al líder popular. “La historia es un campo de disputa. El problema es cuando esa disputa se vuelve negacionismo o cuando se borra lo que molesta”, advirtió
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