La editorial EUDEM, perteneciente a la Universidad Nacional de Mar del Plata, publicó el 14 de junio el libro “La vida en las aulas universitarias, Relatos y experiencias de educación en el siglo XVIII” de Sebastián Perrupato.

¿Cómo transitaba sus días en la universidad un estudiante en el Siglo XVIII? ¿Cuáles eran las formas de enseñanza que se articulaban al interior de los claustros? ¿En qué medida la universidad actual es heredera de aquella? Estos son algunos de los interrogantes que el autor busca responder en este libro y, para hacerlo, se nutre de múltiples perspectivas que le permiten reconstruir aquellas prácticas.

Desde Trama Educativa hablamos con Sebastián Perrupato, profesor, licenciado, magister y doctor en Historia por la Universidad Nacional de Mar del Plata, sobre su libro.

– ¿Dónde encontraste el material necesario para realizar este libro?

Trabajé con documentación de varios repositorios, por un lado, el libro es parte de mi tesis doctoral en educación que hice en la Universidad de Rosario, y yo ya había hecho una tesis del doctorado en historia en la Universidad Nacional de Mar del Plata, y para mi doctorado en historia había trabajado la educación en el siglo XVIII en la monarquía hispánica. Por lo tanto, había viajado a España y tenía muchos archivos que había traído de allá.

Cuando voy a trabajar para el doctorado en educación, buscó un poco más acá y voy al archivo propio de la Universidad de Córdoba, que también tiene un montón de información, tiene las constituciones y libros de entradas de salidas de estudiantes. Cuando fui iba con una idea de cierta documentación que quería encontrar, que no encontré, que tenía que ver más con la cotidianidad de los alumnos, que la verdad que no estaba, entonces lo que empecé a trabajar fue con la idea de ver como yo reconstruía esas prácticas educativas y ahí empecé a ver la posibilidad de pensar en algunas entrevistas a docentes o especialistas en educación, por ejemplo a un jesuita que es rector y fue el encargado de la cuestión educativa de la orden durante mucho tiempo porque me interesaba empezar a ver cómo eran determinados idearios pedagógicos y educativos de las órdenes religiosas.

Yo trabajé con jesuitas y franciscanos, porque el período que yo trabajé la regencia de la Universidad era jesuítica y franciscana.

– ¿Cuánto tiempo te llevó reunir la información necesaria para escribir el libro?

Fue mucho tiempo porque empecé a reunir información ya desde antes. Llegué a una determinada instancia con un recorrido hecho y tiene documentación que fue utilizando en otras instancias.

En este caso realice tesis que estaban muy en la línea, entonces hay archivos que ya había consultado.

Mi primer acercamiento al archivo acá en Argentina fue para mi tesis de licenciatura en 2008, y parte de documentación que encontré ahí la usé para el libro.

Fue un trabajo muy a largo plazo, el libro es un resultado de un proceso de investigación más largo.

Me metí más de lleno en la Universidad de Córdoba en el 2012, que empecé a profundizar un poco más. En 2019 estuve en Córdoba trabajando en el archivo y recuperé la información.

– ¿Qué perspectivas tomaste para reconstruir las prácticas educativas?

Desde lo historiográfico me posiciono mucho en la historia cultural. Algo que estuve profundizando tiene que ver con pensar una historia sociocultural de la educación.

Mi idea era buscar algunos elementos de la cultura escolar, que tiene que ver con como son las prácticas, las formas de enseñanza, lo material, los tiempos, los espacios, los agrupamientos y las vinculaciones que existen para con el medio que lo rodea, no solamente con el medio local, sino con perspectiva global, porque yo lo que entiendo es que la Universidad de Córdoba no es una universidad aislada, sino que responde a un modelo universitario que fue funcional a la corona en determinado momento y que sus prácticas también fueron funcionales a ella.

También es un libro que tiene mucho de la cuestión didáctica porque busqué reconstruir qué pasaba en al aula, qué vivía un estudiante, y para reconstruir eso uno se encuentra que no tiene fuentes, ahí el diálogo entre la ficción y lo real es fundamental.

– ¿Por qué decidiste tomar como punto de partida el Siglo XVIII?

Me parece que este siglo es una bisagra, que nos permite comprender en muchos sentidos el origen de las problemáticas actuales educativas, entonces pensar en el S XVIII es pensar también en los orígenes constitutivos de una universidad muy actual que se transformó o no, a partir de un siglo que es en general, en todo el mundo, un siglo bisagra, de cambios fuertes y de rupturas con esquemas preestablecidos.

Para la monarquía en particular y las universidades va a ser un siglo de fuertes reformas o reformismo, intentos de transformaciones, que la mayoría terminan haciendo agua, pero esta bueno pensar en las tensiones que hay en las redes de poder.

– ¿Por qué crees que no hay muchos estudios realizados en torno a la educación del Siglo XVIII?

En lo que refiere a la monarquía hispánica hay muchos, fue un tema muy popular en la década del 80′, pero como fue muy popular en esa época, hoy es un tema que no se le dedica demasiado.

Estuve haciendo algunas investigaciones recientemente que me dan como resultado que, en Argentina, prácticamente nadie se dedica a la historia de la educación en el siglo XVIII.

No podemos entender a la educación actual sin pensar esos orígenes fundantes en muchos sentidos. En todo caso se ha investigado, pero después se ha dejado de estudiar. La Universidad de Córdoba ha tenido muchos buenos trabajos en los últimos tiempos, pero son excepcionales los trabajos, no hay grupos de investigación que se dediquen a eso, ni una profundidad significativa en otros tipos de estudios.

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