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La dislexia es una de las dificultades específicas del aprendizaje más frecuentes en el ámbito escolar, pero también una de las menos comprendidas. En Mar del Plata, la Organización Dislexia y Familia (Disfam) trabaja desde hace más de una década para generar información, acompañar trayectorias educativas y promover buenas prácticas dentro de las instituciones.

Daiana Chacano, psicopedagoga e integrante de Disfam (Organización Internacional Dislexia y Familia), quien acompaña a estudiantes, docentes y familias de la ciudad, explicó el rol de la organización: “Hacemos asesoramiento y acompañamiento a muchas familias que consultan para conocer más y también para ir despejando muchas dudas que se van presentando en cuanto a la temática”.

El camino de Daiana dentro de la organización comenzó hace más de diez años. “A fines de 2013 me contacté por Facebook con un perfil que decía ‘Dislexia Mar del Plata’, administrado por Virginia”. A partir de ese encuentro surgió un primer grupo de madres cuyos hijos ya tenían diagnóstico y buscaban respuestas frente a las dificultades que atravesaban en la escuela. “Nos reunimos en la casa de una de ellas a pensar qué podíamos hacer o cómo empezar a encaminar todo esto en Mar del Plata”.

Con el impulso de Disfam Argentina, que ya trabajaba a nivel nacional, comenzaron a organizar reuniones, asesoramientos y actividades de difusión. Con el tiempo también lograron llevar adelante charlas abiertas en instituciones educativas, entre ellas algunas jornadas con especialistas de Estados Unidos. “Hemos brindado asesoramiento a colegios y distintas capacitaciones para poder acompañar”, recuerda.

¿Cómo impacta la dislexia en la escolaridad?

Chacano define la dislexia como una “dificultad específica del aprendizaje. Y aclara un punto fundamental: no es una discapacidad. “Es una alteración de base neurobiológica que afecta el proceso de lectura y escritura, en su precisión y fluidez. Es importante diferenciarlo porque a nivel país la ley habla de dificultades específicas del aprendizaje y no entra dentro de la Ley de Discapacidad”.

El impacto es especialmente visible en los primeros años de la primaria, cuando se inicia la alfabetización. Allí comienzan a aparecer los signos, muchas veces acompañados de frustración si no hay un acompañamiento adecuado. “Hay muchas afectaciones emocionales ante la falta de respuestas. Cuando a un niño le ponen un nombre a lo que le pasa, ya no se lo corre al lugar de ‘no puede porque no quiere’”, señala.

El diagnóstico temprano, sostiene, es clave para evitar trayectorias escolares atravesadas por el malestar: “Un diagnóstico temprano es la diferencia en todo lo que viene después, porque permite abordajes profesionales y obliga a la escuela a realizar configuraciones de acceso y adecuaciones metodológicas”.

Daiana reconoce que en Mar del Plata todavía hay retos importantes: “Tenemos un desafío en lo que respecta a la alfabetización en general y a poder conocer estas trayectorias que presentan dificultades”.

Una de las principales falencias actuales es la falta de un enfoque explícito en conciencia fonológica, fundamental para estudiantes con dislexia: “El método de alfabetización sistemática, estructurada y explícita no es lo que se está trabajando hoy en las aulas, y eso perjudica a los niños con dificultades, porque la alfabetización se retrasa no solo por la dislexia, sino también por la forma en que se está alfabetizando”, advierte.

Otro punto crítico es el acceso al acompañamiento profesional. Si bien existen psicopedagogos en instituciones públicas como el Materno Infantil, no se suele brindar el tratamiento o el acompañamiento continuo que se necesita durante todo el ciclo lectivo.

Antes, durante y después del diagnóstico, Disfam cumple un rol clave: “El asesoramiento a las familias es algo de lo principal, incluso cuando todavía no hay diagnóstico y solo están buscando saber qué pasa”. El acompañamiento incluye orientación para acceder a una evaluación psicopedagógica adecuada.

Además de orientar a las familias, la organización trabaja con instituciones educativas para capacitar docentes y ofrecer estrategias para detectar dificultades en el aula. “Es tan importante como el diagnóstico que haya docentes preparados para identificar la dificultad y brindar herramientas para que no haya retrasos ni frustraciones”, sostiene.

Chacano subraya que la dislexia no condiciona el futuro académico: “Las personas con dislexia pueden transitar la universidad y ser profesionales, por supuesto. Lo que se pretende es brindar estrategias que compensen las dificultades para que el desarrollo personal y profesional sea el mejor posible”.

Las preguntas más recurrentes que llegan al Instagram de Disfam se vinculan con la relación de las familias con las escuelas: “Nos consultan cómo pedir adecuaciones, cómo hacer que se cumplan y cuáles pueden solicitar”. Otras dudas aparecen cuando las familias no pueden acceder fácilmente a un acompañamiento profesional sostenido.

Chacano recomienda que cada estudiante conozca su perfil de aprendizaje para solicitar adecuaciones pertinentes. “La ley habla de generalidades, pero las adecuaciones personalizadas facilitan más aún el abordaje educativo”, indica.

Las instituciones y familias interesadas pueden comunicarse a través del Instagram @disfam.mdp. También están disponibles las redes de Disfam Argentina y la página oficial, donde se puede consultar información, material didáctico y detalles sobre la Ley 27.306, que regula las DEAS (Dificultades Específicas del Aprendizaje).

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