Ana Martínez Salas, coordinadora del programa Universidad y Ambiente, visitó Barahúnda, el programa de radio de la Secretaría de Cultura y Derechos Humanos de ADUM, para hablar sobre cómo surgió “La universidad se planta contra el cambio climático” y la respuesta de la comunidad ante la segunda edición.

– ¿Cuándo fue la segunda edición de La universidad se planta?

La segunda edición se hizo la semana pasada, tuvo varias etapas. Hicimos tres instancias, la primera de mayo fue todo de una sola vez, un solo día, una jornada que llevamos adelante en el predio deportivo de la universidad. Esta vez, por lo que vamos pensando con la Secretaría de Extensión de la Universidad, decidimos hacerlo en dos barrios, entonces se hizo en distintos días. Se llevó adelante el viernes y el sábado de la semana anterior en Mar del Plata y la semana previa en Balcarce.

– ¿Cómo fue el inicio del programa? ¿Cómo surgió?

Esto es parte de las acciones que venimos llevando adelante desde la universidad tratando de actuar de una manera distinta en nuestra cotidianidad, respecto a nuestro vínculo con la naturaleza, nuestro consumo de recursos, a nuestra generación de residuos. Venimos llevando distintas líneas de acción, y algo que ya empezamos a pensar desde el año pasado fue, además de todo lo que venimos haciendo, plantar árboles como algo básico o una de las principales estrategias para mitigar el cambio climático. Sabemos que los árboles liberan oxígeno, consumen dióxido de carbono, además de otro montón de beneficios que generan.

Así que lo empezamos a pensar el año pasado, en conjunto con el Rector, la Secretaría de Extensión y la Facultad de Ciencias Agrarias, haciendo un gran apoyo para el diseño del proyecto y la implementación. La idea era vincularlo con las graduaciones, la universidad tiene grandes actos de graduación, entonces dijimos de vincularlo con los graduados como una manera de visibilizar el impacto negativo que tiene nuestro tránsito por la universidad y, además, como una propuesta de seguir vinculando a los graduados con actividades de la universidad.

Hicimos la primera en mayo, que como era una prueba piloto o una primera experiencia, lo hicimos en un predio de la universidad, donde obviamente hay otro tipo de control. Plantamos 100 árboles en el campo deportivo, con una necesidad de forestar esa zona. Es un espacio donde los estudiantes van a hacer deportes y distintas actividades recreativas, es un espacio enorme donde se están haciendo nuevas canchas deportivas y donde, básicamente, no había sombra. Sabemos que se acercan los días de calor, los estudiantes pasan ahí jornadas enteras haciendo deporte, o viendo a sus amigos, la familia yendo a ver a los estudiantes, entonces generar un entorno de sombra y más fresco era importante. Hicimos ahí la primera en conjunto con la sociedad de fomento y distintas instituciones de esa zona porque es uno de los objetivos, que no sea solo plantar árboles si no que sea pensar una idea de forestación participativa donde se construya un diagnóstico de dónde hacen faltan esos árboles.

Ana Martínez Salas, coordinadora del programa Universidad y Ambiente

– ¿Cómo fue esta segunda edición?

Esta segunda vez, ya animándonos a salir de nuestros propios predios, la idea es que a partir de ahora todos los predios de plantación sean definidos en conjunto con la Secretaría de Extensión de la Universidad, que gracias al trabajo con los centros de extensión tienen relevado y van identificando todo el tiempo demandas de forestación en distintas zonas. En este caso decidimos trabajar con el CEU (Centro de Extensión Universitario) sudoeste en el barrio Autódromo y Las Heras y con el CEU Balcarce, en Balcarce. Ahí había identificado, por un lado, una necesidad de forestación, y además instituciones que querían trabajar esta temática. Así que, con Karen Moreno que es ingeniera agrónoma y docente, armamos un taller de “Cuidando nuestros árboles” para trabajar en estos dos barrios con los vecinos y las instituciones que decidían ponerse al frente del cuidado de estos árboles. Entendiendo que como somos una institución educativa, siempre vamos a priorizar también esos espacios de construcción y de diálogo. Plantamos 60 árboles en Autódromo, 40 en Las Heras y 30 en Balcarce, que fueron jornadas hermosas. Nos tocó un clima hermoso y nos acompañaron muchísimo los vecinos.

– ¿La cantidad de árboles tiene que ver con la cantidad de graduados?

No necesariamente. Decidimos, en este caso, plantar 100 árboles después de cada colación. En esta se plantaron 130, la verdad que la demanda es creciente. Al principio pensábamos plantar un árbol por graduado, pero la universidad está teniendo algo de mil graduados al año, así que era imposible.

Además, queríamos hacer mucho foco en esto del cuidado para que no sea una cuestión de llevar 100 árboles a cualquier lugar y que el año que viene sea una masacre de árboles. Entonces así es mucho más controlable y se puede hacer un seguimiento mucho más real de una cantidad menor. Al menos por ahora que estamos arrancando.

– ¿Y las necesidades de esos árboles que pusieron tiene que ver con la sombra? ¿Con alguna cuestión del viento?

Es un poco de todo en realidad. Una necesidad de que haya árboles, sombra. Sobre todo, en la plaza de Autódromo que nos decían que usa un montón la sociedad de fomento y la escuela y que realmente mueren de calor, porque en donde empieza el calor, al ser una zona bastante descampada, imposibilita el uso de los vecinos de la plaza. Entonces ahí los árboles se plantaron en el perímetro y, además, alrededor de los juegos y de la zona de bancos. Eso permite que los vecinos de la zona hagan más uso de los espacios públicos.

Después, obviamente, ayudan a la conservación del suelo, a la calidad del aire, a que haya más animalitos, ayuda a otro montón de cosas que por ahí no es lo primero que te piden los vecinos o las instituciones. Incluso, en general, espacios más lindos, más saludables para salir, despejarte, hasta desde lo psicológico.

– Hablando de los vecinos, ¿qué respuestas han tenido de las comunidades a donde plantaron esos árboles?

La primera experiencia, la que hicimos en mayo, nos costó un poco más, fue una plantación en conjunto con la comunidad universitaria, se acercaron bastantes miembros de la comunidad y la plantación fue con ellos. Después sabemos que el cuidado lo garantiza la propia persona que vive en el predio y que se encarga de todo, además de los estudiantes que participan de las actividades.

En esta segunda edición, la verdad que trabajamos mucho con la secretaria de extensión, con el CEU porque ya está inserto en esa zona, entonces tuvimos un acompañamiento espectacular. En el primer taller de cuidado de los árboles nos acompañaron 60 vecinos de las instituciones, que fue una sorpresa porque fueron un montón y súper interesados. Después, en la plantación fueron días súper emocionantes y alegres porque se acercaron muchísimo los vecinos. Se acercaron de la Escuela 12, vinieron los estudiantes de primaria y hacían competencia para ver quién plantaba más árboles, y eso nos ayudó muchísimo porque plantamos 60 árboles en 20 minutos. Vinieron los niños del jardín, vinieron de CILSA, vinieron de la sociedad de fomento.

Al día siguiente que lo hicimos en Las Heras también lo hicimos con la sociedad de fomento, con la mesa de género y la mesa de niñeces, y nos acompañó la carpa de Medicina tratando de vincular. La idea siempre es seguir vinculando instituciones a través de los centros de extensión del CEU sudoeste, que son los centros de extensión que tiene la universidad, espacios territoriales que buscan descentralizar un poco la actividad universitaria, no tanto en oferta académica, si no en los proyectos sociales de distinta índole que se llevan adelante.

– En términos en que se discute un poco el presupuesto universitario y en qué gasta la universidad, ¿quién solventa la compra de los árboles y las actividades?

Todo lo que llevamos adelante desde el programa Universidad y Ambiente, que es parte de la actividad cotidiana, se lleva adelante a través del presupuesto de la universidad. La idea que nosotros teníamos es buscar generar un dispositivo. Queríamos, primero, insertar el programa para que se conozca, para que se muestre que realmente se hace, para empezar a incentivar las donaciones. Para nosotros es una propuesta importante y que la queremos garantizar, pero por ahí se puede pedir ayuda de graduados que estén interesados en aportar su propio árbol, o incluso los colegios de profesionales, los centros de graduados o empresas a través de la responsabilidad social empresarial. Por ahora lo garantiza la universidad, la idea es abrir esas posibilidades, pero seguir garantizando que la actividad se haga porque estamos convencidos que es una tarea más de la responsabilidad social universitaria.

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