Logo del Gran Hermano 2022

Gran HermanoPor Emilia Pozzoni

La primera edición de Gran Hermano fue en Holanda en 1999 y, muy poco tiempo después, se expandió a otros países cosechando un gran número de fanáticos. Con los años aumentaron el número de participantes, la cantidad de ammenities disponibles en la casa, e, incluso, el tiempo de permanencia. No obstante, la premisa central del programa se mantiene vigente: un grupo de extraños debe convivir durante un período determinado, sorteando pruebas y trazando alianzas, mientras son filmados sin interrupción. Hoy en día, sorprende que el formato haya logrado subsistir a los embates de la tecnología, el avance de las pantallas y el asedio permanente de contenido online, dinámico y en constante cambio.

La última Encuesta de Consumos Culturales desarrollada por el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación (2017), asegura que la televisión -en cuanto a medio de comunicación- ya no resulta significativa para un alto porcentaje de jóvenes y adolescentes. Este grupo etario prefiere las plataformas de streaming o las redes sociales para consumir series y películas, y mantenerse informados. Aquellos lugares antes ocupados por la programación televisiva en vivo han sido desplazados paulatinamente por las nuevas pantallas y espacios digitales. 

Por todo lo mencionado, resulta curioso el regreso de un formato que poco ha cambiado en comparación al público al que se dirige. Sin embargo, Gran Hermano no solo es el programa más consumido en la actualidad, sino que, además, resulta el segundo más visto en el país en lo que va del año: solo superado por la gala de los premios Martín Fierro, emitida en mayo. Gran parte de este éxito se debe a que, si bien el reality ha mantenido su esencia -en cuanto a escenografía, dinámica, participantes y temáticas tratadas- ha sabido incorporar otros medios de transmisión y canales de comunicación con sus espectadores

Esta es la primera edición en que se puede seguir la casa de forma permanente mediante Twitch, la plataforma de live streaming perteneciente a Amazon. Hoy en día, el stream se ha convertido en uno de los consumos más populares entre el público adolescente, quienes pueden disfrutar durante largas horas de estos videos en vivo con sus temáticas de preferencia. Telefé, conociendo este campo en creciente expansión, abrió su propio canal para difundir las grabaciones de la casa en tiempo real. De manera paralela, muchos usuarios se dedican a retransmitir este contenido, mientras lo miran y emiten comentarios al respecto, ofreciendo un producto personalizado y enriquecido. Gran Hermano se convierte en un tema de conversación permanente en las redes sociales, de manera tal que los espectadores pueden acceder al contenido de manera diferida y sin límites de horarios. Ya no existe la necesidad de esperar al resumen de lo acontecido en un programa televisivo, sino que existe una gran oferta de análisis en distintos formatos acerca de los participantes y sus acciones. En la mayoría de los casos, se trata de lecturas audiovisuales, en tono informal y descontracturado, que circulan por Twitter, Instagram o Youtube. 

En todas estas instancias, podríamos pensar en un disfrute colectivo del reality, superando la lógica de consumo individual -o a lo sumo, íntima y familiar- que predominó en otras ediciones del programa. Ahora, los usuarios pueden intercambiar sus opiniones junto con otros espectadores en tiempo real, sin necesidad de conocerlos ni compartir un espacio físico. De esta forma, un formato vigente hace veinte años entra en contacto con los nuevos lenguajes digitales: rápidamente se confeccionan memes y stickers sobre los participantes, con el fin de mostrar su apoyo o su disconformidad. Estas nuevas textualidades se difunden en redes sociales y se utilizan durante las transmisiones en vivo. Se genera así una idea de pertenencia e identificación a partir del uso común de ciertos signos del mundo virtual. 

Con el objetivo de generar mayor interacción con los jugadores, Telefé ofrece la opción de enviar audios por WhatsApp a los recién eliminados para conversar con ellos y hacerles preguntas. El rol del periodista es desplazado por la voz de los espectadores quienes terminan aportando desde su propia habla y corporalidad a la construcción de su entretenimiento -es posible retomar así la idea de prosumidor, esa fusión entre consumidor y productor que se produce habitualmente en los consumos digitales-. Las redes sociales y el universo virtual han acostumbrado a los usuarios a participar de manera activa en su realidad, abandonando su posición pasiva, y promoviendo la interacción permanente: ya sea comentando o valorando a partir de likes y follows todo aquello que se lee, se mira o se escucha

Pese a que estos altos grados de participación podrían analizarse en términos beneficiosos, algunos filósofos contemporáneos -como Byung Chul Han o Slavoj Zizek- consideran que este asedio permanente de contenidos y la necesidad -casi obligatoria- de generar una identidad o huella digital en la red también generan grandes presiones sociales y afectan en el desarrollo de las subjetividades. En cierto modo, que el reality se haya vuelto un tema recurrente en redes sociales -probablemente a partir de una efectiva estrategia de marketing, sumado a la buena recepción por parte del público de estas nuevas incorporaciones mencionadas- genera un sentimiento de FOMO en un gran número de usuarios. El FOMO -por sus siglas en inglés Fear Of Missing Out- es entendido como el temor a quedarse fuera de un fenómeno masivo, a pesar de que no responda a un gusto o necesidad genuina. La prevalencia de posteos y noticias sobre el reality tiende a crear una atmósfera de disfrute colectivo, que puede llevar a muchos usuarios a consumirlo ante la necesidad de pertenecer o sentirse parte de una comunidad ya consolidada.

Más allá de los evidentes cambios en los consumos audiovisuales y la forma en que los usuarios se relacionan con las plataformas, la narrativa Gran Hermano ha logrado mantenerse vigente tecnológicamente sin alterar su estructura. Solo resta esperar si, en ediciones posteriores -en el caso de existir- la modificación también alcanzará a los valores y contenidos del programa, o bien, seguirá avanzando únicamente en términos comunicacionales.

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